Una sanidad que llegue a todos y sea de calidad. Es el argumento con el que la Junta aplica desde mañana el 'céntimo sanitario', un recargo autonómico en los carburantes que supone 2,4 céntimos más en el litro de gasolina y dos céntimos en el gasóleo. El impuesto llega en un momento en el que los precios están disparados.
Por ello se rozarán, y superarán en algunos surtidores, los precios históricos máximos de la gasolina de 95 octanos, que en julio de 2008 llegaron a 1,276 euros el litro pero que en algunas estaciones de servicio puede alcanzar ahora los 1,28.
Los récords ya se vienen superando en algunos lugares de España, principalmente las grandes ciudades, desde el 10 de este mes, y la escalada de precios discurre a tal velocidad que el céntimo sanitario va a pasar casi inadvertido.
No habrá nuevas 'marcas' sin embargo en el precio del gasóleo, el combustible más utilizado, ya que hace dos años sufrió una subida totalmente anormal que lo situó por encima de las gasolinas, algo que nunca había pasado. Los precios quedarán todavía 11 céntimos por debajo de aquel julio marcado en el calendario.
Prácticamente todas las comunidades autónomas se van a entregar, a partir de mañana y con la entrada en vigor de las respectivas leyes de Presupuesto y Fiscales, a este recargo que se creó cuando se generalizaron las transferencias de las competencias sanitarias en 2002, y que ya aplican media docena de regiones.
La normativa les faculta a cargar en el litro de gasolina entre 2,4 y 4,8 céntimos.
La Junta opta por la banda más baja, según la Ley 19/2010, de 28 de diciembre, de Medidas Tributarias y Administrativas, que entra en vigor mañana 1 de enero. El impuesto sobre ventas minoristas de determinados hidrocarburos, además de gravar la gasolina y el gasóleo con el importe mencionado, se cobra un euro más por cada tonelada de fuelóleo, y 2,4 céntimos por cada litro de queroseno.
«Resulta necesario», dice el texto, «proveer a la hacienda autonómica de nuevas fuentes de financiación que contribuyan a sufragar el gasto de los servicios de atención sanitaria prestados por la Junta de Extremadura, de manera que quede garantizada su suficiencia y calidad».
20 millones de euros
La Consejería de Administración Pública y Hacienda espera recaudar este año que entra 20 millones de euros con el recargo sobre los carburantes.
Desde que lo anunció, el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara se comprometió a no repercutirlo sobre los transportistas profesionales, aquellos que tienen tarjeta de transporte como servicio público. Son camiones, autobuses y taxis por ejemplo.
El problema es cómo organizar esa exención, que desde el primer momento ambas partes descartaron que se hiciera en el surtidor porque obligaría a instalar procedimientos que resultarían más caros que el dinero que se recauda, señala Mario Aza, secretario general de la Agrupación Gremial de Transportistas de Extremadura (AGT).
El recargo se va a implantar mañana, pero la devolución del dinero no se sabe cómo se hará. La Junta tiene que publicar un reglamento que lo detalle, así que de momento los transportistas profesionales pagarán el mismo precio que el resto de los automovilistas, en espera de un acuerdo y un reglamento. Siguiendo experiencias de otras comunidades, y la de la bonificación estatal al transporte profesional, lo más probable es que los dos céntimos por litro de gasóleo consumido se les devuelva a final de cada año.
Pero será a 'tanto alzado', es decir una cantidad fija según una estimación por el tipo de vehículo. Un camión trailer, por ejemplo, podría obtener una devolución anual de 900 euros; ya el Estado les devuelve, por un consumo de hasta 50.000 litros al año, 450 euros.
Lo que más preocupa sin embargo en estos momentos a los transportistas es la subida del precio del carburante, «bestial e injustificada» a juicio de Alonso Sánchez, secretario general de la Asociación de Empresarios de Transporte de Extremadura (Asemtraex).
El máximo histórico de precio del gasóleo se alcanzó en España, igual que la gasolina, en julio de 2008 cuando el litro llegó a 1,329 euros, cinco céntimos por encima de las gasolinas; en estos momentos se acerca a los 1,20 euros a lo que hay que sumar los dos céntimos de la Junta.
No entienden los transportistas cómo estando el barril de petróleo en 94 dólares frente a 147 de hace dos años, y a pesar de que el euro ha bajado frente al dólar, los precios finales del carburante estén mucho más cercanos; algunos expertos advierten que no es lo mismo el precio del petróleo que el del carburante final refinado, que soporta en estos momentos una demanda muy fuerte.
«Ni así me cuadra», repone Mario Aza de UGT, que pide al Gobierno una explicación y le parece «sospechosa» la escasísima diferencia de precios, tres céntimos como máximo, que hay entre las operadoras petrolíferas, que ya fueron multadas por ese motivo.
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