El franquismo no finalizó en 1975, y tampoco con la aprobación de la Constitución de 1978. Lamentablemente el franquismo quedó atado y bien atado durante muchos años más allá de la muerte del sanguinario dictador. Si no fuera así, un Estado que realmente hubiera roto con su negro pasado se habría puesto al servicio de las víctimas de la feroz dictadura, y habría juzgado a quienes fueron cómplices durante años de los desmanes, abusos y crímenes de un régimen que ha salido impune en la historia de España gracias al vergonzoso modelo de impunidad que adoptó este país hace más de 30 años.
El franquismo tuvo su continuidad en lo que se vino a denominar “juancarlismo”, que no fue sino la sumisión mediática y política a la figura del rey Juan Carlos Borbón, designado por Francisco Franco Bahamonde como su sucesor en la Jefatura del Estado.
Que aún haya quien defienda la figura de Juan Carlos Borbón como alguien que hizo algo a favor de las libertades y la democracia en este país, puede incluso entenderse por la total y absoluta sumisión mediática a favor de éste, y por supuesto por “hechos” como el del 23-F, cuya único beneficiado fue un monarca bastante discutido hasta la fecha y cuyo reinado no habría durado muchos años si alguna puesta en escena así no lo impedía.
Lo que no tiene ningún tipo de justificación es que haya quien defienda la figura de su heredero, Felipe Borbón, como sucesor del sucesor del dictador. Quien así lo haga sólo demuestra una notable falta de valores democráticos al justificar que 47 millones de personas no tengan derecho a elegir su Jefe de Estado, la misma que demuestra el presunto heredero al prestarse a ese juego en lugar de buscarse un trabajo como cualquier español.
El Borbón Junior, además de demostrar ese “alarde democrático”, ha demostrado un “incomparable carisma” al tener que recurrir a los periodistas para pedirles consejo sobre cómo hacer resaltar su imagen. Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia, como así se llama el muchacho, habría asegurado a los periodistas de los diversos medios que nos encontramos en plena transición, que puede durar un año, cinco o diez, dejando entrever que Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias – como así se llama su padre -, no abdicará. “Morirá en la cama”, había dicho previamente su madre Sofía Margarita Victoria Federica.
En definitiva, que dado que los protagonistas ya han reconocido en que nos encontramos en plena transición de un Borbón a otro, ya no queda ningún tipo de duda de que el enemigo a batir – por medios absolutamente democráticos como es la palabra y la política – es Felipe Borbón, un individuo que pretende seguir usurpando la democracia en el más alto estamento del Estado, que no ha sido electo desde hace más de 70 años.
40 años de franquismo y 35 de juancarlismo ya son suficientes. No queremos ni un segundo de felipismo.
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