El articulo de hoy, poco tiene que ver con la inmediata actualidad, pero es de verdadera importancia para comprender el funcionamiento del sistema capitalista y la forma en la que se mueven los recursos, en que dirección y para qué.
La corrupción es uno de los grandes males de la sociedad moderna. Pero, ¿Qué es la corrupción? Consiste en la apropiación ilícita de dinero público. Esta actividad es muy antigua, tanto como lo son los cargos públicos. ¿Como podemos luchar contra esto? Según los dirigentes, solo se puede luchar contra esto mediante la separación de poderes, judicial y ejecutivo. De esta forma se puede juzgar a los corruptos con supuesta independencia. La cuestión es que, esta supuesta medida no la ataja, sino que parece no poder frenar este cáncer que nos afecta de forma directa. Ante esto, los políticos de ambos bandos (pero igualmente corruptos) piden tiempo, aclaman a la justicia cuando sus rivales se ven manchados por estos casos, mientras que cuando son sus compatriotas apelan a la presunción de inocencia. La doble vara de medir, ¿acaso hay dos tipos de corrupción? Entonces no puede haber dos formas diferentes de evaluarla.
La corrupción es robo, significa expolio, explotación. La malversación, la apropiación de recursos ajenos. ¿La excepción o la norma? Según los dirigentes se trata de la excepción. Sin embargo, es posible que este problema este fuera del alcance de sus diminutos cerebros economicistas. Teniendo en cuenta la propia naturaleza del sistema en el que vivimos, la corrupción es una antigua ramificación, un primitivo apéndice. Si la corrupción es la apropiación de lo ajeno, no es más que la punta del iceberg. Porque es evidente que hay un abismo entre riquezas enorme entre clases sociales, por tanto, la corrupción es una de las muchas herramientas que utiliza la clase dirigente para apropiarse de lo ajeno.
Siempre que se descubre un caso de corrupción en la escena publica, asistimos a un linchamiento mediático y a una obra de teatro generada por los medios, no olvidemos, aliados con los gobiernos. En este teatro, el encausado es presentado como un ladrón sin principios, un monstruo, un desgraciado, (…) Pero al fin y al cabo, conocido por sus colegas de partido y promocionado por sus socios. En los debates televisados se esfuerzan en repetirnos que estas acciones “al margen de la ley” deben ser eliminadas, y quien “mete la mano en las arcas del estado” no tiene perdón. Parece ser que nuestros políticos están comprometidos con acabar con esta forma de robo. Voy a matizar, porque como he dicho antes, existen descomunales diferencias entre clases sociales, el 0,01% de la población amasa el 70% de los recursos del planeta, mientras que el 99,9% se tiene que repartir el resto. Bien, pues esto es la evidencia de un robo, un expolio. La explicación de estas diferencias sociales no puede ser la corrupción. La corrupción no puede hacer ese tipo de transvases de riquezas a gran escala, solo es capaz de hacer pequeños “hurtos”. Las cantidades por las que se enjuician a los cargos públicos son “chatarra” en comparación con las gigantescas cantidades que fluyen día a día hacia paraísos fiscales y desbordan las cuentas corrientes de los plutócratas y “megamultimillonarios” amos y dueños de nuestro pasado, presente y futuro. ¿Cómo explicar este suceso? Resulta que nunca se habla de esto, aun siendo patente y evidente la gran desigualdad entre clases sociales, los debates y noticias van orientados mas a cubrir los pequeños “hurtos” que a cubrir las grandes estafas millonarias que ocurren a diario. ¿Es o no es un robo? Para poder determinar si es o no es robo, primero tendremos que saber si hay una apropiación de lo ajeno. Si no existiera robo entonces estaríamos afirmando que el 70% de los recursos en efecto pertenece al 0,01% de la población, lo cual es una falacia. Vamos a suponer que lo que nos pertenece es lo que nosotros mismos producimos con nuestras manos o medios, es lo más justo. Por tanto, un porcentaje tan reducido de la población no puede producir el 70% del PIB mundial (48.144.966 millones de dólares). Hay un descomunal robo, que no es reconocido por las leyes, por tanto, ¿no se puede sentar a nadie en el banquillo por esto? ¡Porque si que hay responsables! Una prueba de esto, es que después de la brutal crisis financiera de 2008 la única persona que se sentó en un banquillo por estafa fue el famoso Bernard Madoff, su estafa alcanzo los 50.000 millones de dólares. Si hacemos números descubriremos que existieron muchas mas estafas, y muchísimo mas grandes. Pero, porque se prefirió condenar con 150 años de cárcel a uno de los muchos “pequeños estafadores” que simplemente hacían “su trabajo”, porque recordemos que las actividades de Madoff son completamente normales y naturales en bolsa, de hecho a día de hoy, se siguen haciendo (por supuesto, pensaría M. Friedman). ¿Porque no se encarcelo a todos los grandes banqueros, responsables de la mayor crisis económica y drama social de la historia de la humanidad?
Evidentemente, la “separación de poderes” no alcanza las altas esferas burguesas de nuestro sistema. Estas personas se cargaron literalmente miles de millones de familias, dejaron en la calle a otras millones, y matan de hambre a miles cada día. Pero los gritos de justicia no se oyen desde tan abajo.
Según los pseudo intelectuales liberales, estas acciones son legales, y por tanto, no son “malas”. Pero, ¿acaso lo legal y lo moral coinciden siempre? Es ilegal que yo robe comida de un supermercado, pero es legal talar todo el amazonas para hacer una autopista o unos cuantos chalets, en fin.
Parece ser que quieren llevar ante la justicia a aquellos ladrones aficionados, que no supieron robar tanto como para cambiar las leyes y legalizar su robo.
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