En el año 2005 el Banco Nacional de Rumania acometió una reforma monetaria cuyo elemento más característico fue la eliminación, de un día para otro, de cuatro ceros en los billetes y monedas de la divisa nacional, el Leu. Tras la inflación descontrolada de los años 90, la cantidad representada en los billetes rumanos se había disparado, alcanzándose la absurda cifra de un millón de lei en 2003 para billetes que, al cambio actual, contenían un valor de unos 25 euros. De este modo, por ejemplo, los billetes de 5.000 lei pasaban a ser monedas de 50 bani y los de 10.000 lei pasaban a ser billetes de 1 leu. Tras un tiempo de convivencia de ambas tipologías monetarias, en enero de 2007 fueron eliminados totalmente los viejos billetes, lo cual no evitó que los rumanos siguieran pensando en viejos lei, al igual que muchos españoles siguen calculando los precios en pesetas. Los nuevos lei tenían un diseño más moderno y cercano al Euro, y en todos ellos se representaban a algunos de los grandes nombres de las artes y las ciencias del país correspondientes al siglo XIX o a la época de entreguerras. En el billete de un leu, por ejemplo, aparece el historiador y filósofo Nicolae Iorga, mientras que en el de cinco lei se encuentra el compositor George Enescu. El pintor Nicolae Grigorescu decora el billete de diez lei y Aurel Vlaicu, aviador e inventor, hace lo propio en el de cincuenta, mientras que los de 200 y 500 lei quedan reservados, respectivamente, al dramaturgo Lucian Blaga y al gran poeta nacional Mihai Eminescu. El de 100 lei, por su parte, está dedicado al dramaturgo e intelectual Ion Luca Caragiale, y el Banco Nacional Rumano decidió ilustrar su reverso con una imagen de la estatua dedicada a Caragiale ubicada actualmente ante el Teatro Nacional de Bucarest. Lo que no sabían los funcionarios del banco central, ni la mayoría de rumanos, es que el cuerpo de esa estatua no se corresponde con el del genial dramaturgo muntenio, padre del teatro del absurdo en Rumania. En realidad, pese a que el rostro de la estatua es indudablemente el de Caragiale, su cuerpo había formado parte en su día de una obra escultórica dedicada a Lenin. Como consecuencia, el creador de la Unión Soviética, o al menos una parte de él, ilustra el reverso del billete de 100 lei de la actual Rumania capitalista.
Mugur Isărescu, eterno gobernador del Banco Nacional de Rumania y responsable último del retorno del "leninismo" a las divisas rumanas.
En el año 1957, las autoridades de la República Popular Rumana decidieron convocar un concurso para la elección de una estatua de Lenin que debía ubicarse en la explanada de entrada a la Casa Scânteii, el imponente edificio de estilo realista soviético que sería la sede del órgano del Comité Central del Partido y cuya construcción estaba terminándose por entonces. Casa Scânteii, que será objeto de otra entrada más adelante, devendría el edificio más alto de Bucarest hasta el año 2007 y un auténtico símbolo de los primeros veinte años de socialismo en Rumania. El renombrado escultor Constantin Baraschi, responsable de obras importantes como el Callejón de las Cariátides en el bucarestino Parque Herăstrău o el monumento de homenaje al soldado soviético liberador en Piaţa Victoriei, presentó una propuesta que no gustó en absoluto a las autoridades comunistas. La estatua de Baraschi presentaba a un Lenin en pose desenfadada, con la mano izquierda en el bolsillo y la derecha agarrándose la solapa de la chaqueta, una composición muy alejada de los cánones habituales en el campo socialista en los años 50. Su sugerencia fue desestimada y en su lugar fue elegida una obra más ortodoxa realizada por el escultor Boris Caragea, que no fue inaugurada hasta 1960 debido a los problemas técnicos que afectaron la realización de la que iba a ser obra magna arquitectónica de la República Popular.
El Lenin de Boris Caragea presidiendo la entrada de Casa Scânteii en una foto correspondiente a 1987.
Como explica José Luis Forneo en su estupendo blog, Baraschi se llevó su Lenin bohemio y lo instaló en el jardín de su casa hasta que un tiempo después decidió cortarle la cabeza y sustituirla por la del dramaturgo Ion Luca Caragiale para un nuevo concurso público. Caragiale, ácidamente crítico con el sistema político y social de su época, a caballo entre el siglo XIX y el XX, era uno de los pocos intelectuales burgueses cuya obra era apreciada por las autoridades del Partido Obrero Rumano. De todos modos, tampoco esta vez esas mismas autoridades consideraron que la renovada obra de Baraschi era digna de ser ubicada en un espacio público y la estatua permaneció abandonada en un almacén al aire libre hasta que fue descubierta por el escritor Marin Preda, uno de los grandes talentos literarios de la época ceauşista -y que acabó muerto en 1980 en circunstancias harto oscuras. Preda, por entonces director de la editorial Cartea Românească y admirador de la obra de Caragiale, decidió llevarse la estatua al patio del edificio en que estaba ubicada dicha editorial. Allí permaneció durante más de veinte años, hasta que, tras los acontecimientos de diciembre de 1989 la estatua de Lenin-Caragiale fue redescubierta e instalada definitivamente en el centro de la ciudad, ante la casa en la que el dramaturgo había vivido antes de su exilio voluntario en Alemania, en la calle Maria Rosetti. Habían pasado veinticinco años desde la muerte de Baraschi. Significativamente, mientras su estatua era instalada finalmente en un lugar público, el enorme Lenin de Boris Caragea de Casa Scânteii era bajado de su pedestal y abandonado en un almacén. En el año 2002, en el marco del 150º aniversario del nacimiento del dramaturgo, la estatua de Baraschi fue de nuevo movida, esta vez a su ubicación actual ante el Teatro Nacional de Bucarest. Tres años después, los diseñadores contratados por el Banco Nacional de Rumania, decidieron incorporar la imagen de la estatua de Baraschi en uno de los nuevos billetes creados tras la reforma monetaria. Con ello hicieron posible lo imposible: que Lenin se colara de refilón en los billetes de un país de Europa Oriental casi dos décadas después de la caída del socialismo.
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