Mientras el gobierno y el Partido Popular preparan el magno acontecimiento de la venida del Papa, somos muchos los que no le esperamos. Y no le esperamos por una cuestión meridiana: Viene en viaje parroquial, a unos actos religiosos determinados, y lo hace con nuestro dinero. Con el de todos. Si Benito XV quiere venir, que lo haga a sus expensas y con sus medios.
Aquí tenemos a Madrid que ya está a punto de caramelo. Habrá un asedio católico que llegará de todas las partes, con viajes subvencionados por la C.A.M., con colegios e institutos públicos convertidos en hostales para los peregrinos, con toda la parafernalia que requiere un acto de una organización tan clasista como lujosa, con una fuerte seguridad pública a su servicio –10.000 agentes--, y además de todo lo que colea (25 millones de euros), cuenta con un patrocinio de varias empresas que pagarán una parte del evento, también con dinero nuestro, pues el 80% de esos gastos son deducibles, por lo que será dinero que no ingresa Haciendo, o sea de todos nosotros.
En fin, ya están preparándose las calles, de momento “han limpiado de perroflautas la Puerta del Sol y aledaños”, se está “adecentando” la ciudad para recibir al patriarca de una religión intolerante, incapaz de aceptar ciertas leyes, capaz de revolverse contra el Estado, que les da de comer –gobierno débil y vergonzoso que les paga para que se manifiesten en su contra y les desprecien—, gente que añora ese pasado nacional-católico cuando su poder era máximo.
Estarán en este acto de adhesión inquebrantable al régimen vaticanista, los tres poderes del Estado –de un Estado que esconde la Constitución para que no se vea su artículo 16.3—con sus máximos representantes: José Bono, conocido meapilas y defensor a ultranza de que la religión forme parte de los actos públicos, Carlos Dívar, chupacirios de misa diaria y convocante voluntario para que todos vayamos a venerar al Papa, y el representante del gobierno (no sé si será Zapatero o alguno de sus ministros), un gobierno rendido ante un catolicismo ultra.
También estarán representados el gobierno de la ciudad y de la Comunidad de Madrid, ya saben, ese matrimonio que se lleva tan bien: Espe y Alberto (esos que tanto están haciendo para dejar la ciudad como un espejo). Y tampoco faltarán representantes de los dos grandes partidos: el PP y el PSOE, así como de CiU, PNV y CC, todos ellos muy católicos. Estará el Ejército y la Monarquía. Estará la cabra y la legión. Estará toda la “gente de bien”, “la gente de orden”.
Todos ellos recibirán con pleitesía, de rodillas y besándole la mano al jefe de una secta homofóbica y misógina, jefe de un Estado (el Vaticano) que no ha firmado, todavía, la Carta Universal de los Derechos Humanos.
En cambio, no le recibiremos y no quisiéramos que viniera de gorra y a nuestra costa, entre otros colectivos: Los indignados que ya han manifestado su repulsa. Izquierda Unida, partido como saben ustedes donde reina el demonio y pretende, infructuosa y utópicamente que se cumpla la Constitución, y una parte de la Iglesia de a pié. Los llamados Cristianos de Base, agrupados en Redes Cristianas, gente que siendo católica, no entiende el boato, la altivez y el lujo de su cúpula, y menos cuando lo pagan otros.
Así es que esos días en torno al 18 de agosto, Madrid no será Madrid, será algo artificial, simplemente la ampliación de esa horrible catedral llamada La Almudena, donde la beatería, el lujo y los hábitos irracionales rondarán por la capital. Donde hasta en el Parque del Retiro habrán sembrado confesionarios, para tapar los árboles y cegar los jardines, para recibir a kikos y opusdeistas, para perdonar los pecados a los legionarios de Cristo. Donde Madrid quedará convertida en una zafia, postiza y rancia sucursal del Vaticano.
Los demás, nos manifestaremos, el día 17, para que Benito XVI, su ministro Roco y su corte no se crean que todos somos iguales. Somos muchos los que pensamos que la Constitución hay que cambiarla, pero que mientras exista debería cumplirse, sin excepciones.
Nada personal, Benito, es simplemente cuestión de principios. Haga usted lo que quiera, pero con su dinero. ¡Páguese sus viajes! que es usted un jeta.
Salud y República
P.D. Si alguien quiere twittear esta entrada ruego que añada al final: #MadridsinPapa
En fin, ya están preparándose las calles, de momento “han limpiado de perroflautas la Puerta del Sol y aledaños”, se está “adecentando” la ciudad para recibir al patriarca de una religión intolerante, incapaz de aceptar ciertas leyes, capaz de revolverse contra el Estado, que les da de comer –gobierno débil y vergonzoso que les paga para que se manifiesten en su contra y les desprecien—, gente que añora ese pasado nacional-católico cuando su poder era máximo.
Estarán en este acto de adhesión inquebrantable al régimen vaticanista, los tres poderes del Estado –de un Estado que esconde la Constitución para que no se vea su artículo 16.3—con sus máximos representantes: José Bono, conocido meapilas y defensor a ultranza de que la religión forme parte de los actos públicos, Carlos Dívar, chupacirios de misa diaria y convocante voluntario para que todos vayamos a venerar al Papa, y el representante del gobierno (no sé si será Zapatero o alguno de sus ministros), un gobierno rendido ante un catolicismo ultra.
También estarán representados el gobierno de la ciudad y de la Comunidad de Madrid, ya saben, ese matrimonio que se lleva tan bien: Espe y Alberto (esos que tanto están haciendo para dejar la ciudad como un espejo). Y tampoco faltarán representantes de los dos grandes partidos: el PP y el PSOE, así como de CiU, PNV y CC, todos ellos muy católicos. Estará el Ejército y la Monarquía. Estará la cabra y la legión. Estará toda la “gente de bien”, “la gente de orden”.
Todos ellos recibirán con pleitesía, de rodillas y besándole la mano al jefe de una secta homofóbica y misógina, jefe de un Estado (el Vaticano) que no ha firmado, todavía, la Carta Universal de los Derechos Humanos.
En cambio, no le recibiremos y no quisiéramos que viniera de gorra y a nuestra costa, entre otros colectivos: Los indignados que ya han manifestado su repulsa. Izquierda Unida, partido como saben ustedes donde reina el demonio y pretende, infructuosa y utópicamente que se cumpla la Constitución, y una parte de la Iglesia de a pié. Los llamados Cristianos de Base, agrupados en Redes Cristianas, gente que siendo católica, no entiende el boato, la altivez y el lujo de su cúpula, y menos cuando lo pagan otros.
Así es que esos días en torno al 18 de agosto, Madrid no será Madrid, será algo artificial, simplemente la ampliación de esa horrible catedral llamada La Almudena, donde la beatería, el lujo y los hábitos irracionales rondarán por la capital. Donde hasta en el Parque del Retiro habrán sembrado confesionarios, para tapar los árboles y cegar los jardines, para recibir a kikos y opusdeistas, para perdonar los pecados a los legionarios de Cristo. Donde Madrid quedará convertida en una zafia, postiza y rancia sucursal del Vaticano.
Los demás, nos manifestaremos, el día 17, para que Benito XVI, su ministro Roco y su corte no se crean que todos somos iguales. Somos muchos los que pensamos que la Constitución hay que cambiarla, pero que mientras exista debería cumplirse, sin excepciones.
Nada personal, Benito, es simplemente cuestión de principios. Haga usted lo que quiera, pero con su dinero. ¡Páguese sus viajes! que es usted un jeta.
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