La Guerra Civil atrajo a España a más de un millar de voluntarios cubanos que superaron las contradicciones en la relación entre los dos países tras la independencia de la isla y que se reconciliaron con el pueblo español, en el que vieron el ideal de la lucha revolucionaria ante una “casta militar grosera”.
Esta es una de las tesis que la investigadora francesa Denise Urcelay-Maragnès recoge en su libro La leyenda roja. Los cubanos en la guerra civil española, que acaba de ser publicado en castellano por la editorial Lobo Sapiens y algunas de cuyas claves han sido tratadas por la autora.
“Combate de sustitución”
Urcelay-Maragnès explica que estos voluntarios desembarcaron en España para librar lo que ella denomina un “combate de sustitución”, ya que en el mismo año de 1936 la insurgencia cubana (compuesta por nacionalistas y comunistas) acababa de aplazar un levantamiento contra las autoridades de la isla.
En su opinión, las relaciones de lo cubano con lo español fueron “muy complicadas” desde el inicio del proceso de independencia y se recrudecieron con la fuerte emigración hacia la isla en las primeras décadas del siglo XX, que suscitó cierto rechazo entre los nacionalistas.
Cambio de sentimientos hacia España
A la pregunta de por qué los recelos antiespañoles no fueron un obstáculo para combatir en la guerra, Urcelay-Maragnès expone que la asonada del 18 de julio de 1936 provocó un “cambio de sentimientos” hacia España.
Uno de los motivos fue la oposición al fascismo; el otro, el deseo de recuperar la identidad propia, que se veían cómo se diluía desde la entrada de los Estados Unidos en los asuntos de la isla. “Se decía entonces que hasta las piedras acabarían hablando inglés”.
En este punto, destaca que los cubanos evocaban la “visión mítica” del “pueblo revolucionario español” que a comienzos del siglo XIX se levantó en armas contra Napoleón y logró frenar el avance del imperio francés.
Entre sus proclamas defendían que “la verdadera España es la España revolucionaria y no la que esclavizó a América”, prosigue Urcelay-Maragnès, quien asume esta frase como una particular reinterpretación de la idea de las dos Españas.
En total fueron 1.067 los voluntarios cubanos de los que se tiene noticia en la guerra civil española. 111 perdieron la vida en ella.
‘Revolución propia’
Tras la caída de la II República, la mayor parte de ellos regresó a Cuba tras pasar por campos españoles y franceses.
Urcelay-Maragnès señala que a su regreso no fueron represaliados por Fulgencio Batista, que había dado un “viraje democrático” a su política y que incluso agilizó con Franco los trámites para repatriar a algunos de sus compatriotas.
Algunos de ellos engrosarían, tras el golpe de Estado de 1952, la oposición al régimen de Batista, que culminaría con el triunfo de una ‘revolución propia’ varios años más tarde, el 1 de enero de 1959.
(Tomado de ABC)
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