En Madrid, también hay un Guantánamo. Más pequeño pero que en muchos aspectos no se diferencia de su hermano mayor americano.
Y no crean que es una cárcel. Peor que una prisión. Se trata de un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). El depósito donde van a parar los inmigrantes que cometen el “delito” de haber entrado en España y no tener papeles, aunque sí hambre. Un sitio donde se les mantiene hasta que deciden si “la mercancía” debe ser devuelta a su país (el 53% de los inmigrantes son expulsados) o no.
Pues bien, el CIE que se encuentra en Madrid, en el barrio de Aluche, ofrece unas condiciones que deberían avergonzar a cualquier ser humano. Así lo atestiguan diversos informes, desde la Fiscalía del Estado, al Defensor del Pueblo, pasando por el relator de DD.HH. de la ONU o por la Unión Europea (un informe elaborado por la Red Migroeurop habla del centro como un agujero negro del Estado de Derecho), o el informe titulado “Miradas tras las rejas” de la ONG Pueblos Unidos (donde se recogen los detalles escalofriantes de las condiciones en que están recluidos los inmigrantes).
Estos informes y otras quejas han sido enviadas al Ministerio del Interior, sin que allí se haya movido un dedo. Se ha hecho oídos sordos y se han mantenido estas condiciones leoninas.
Una gran obra humana de Rubalcaba. Un tipo de izquierdas. Un posible candidato a dirigir el PSOE. Una vergüenza para este país y para el mundo. Un elemento que empezó por negar las redadas y que nunca ha tratado de arreglar esta insufrible e injusta situación.
Pues bien, ha tenido que morir una inmigrante por meningitis, hace unos días, y que un juez haya tomado el caso para que este mini-Guantánamo sea noticia de primera plana. Al ocurrir este hecho, un magistrado ha tenido que emitir un informe, que es demoledor, donde confirma las anteriores denuncias de las diversas instituciones y organizaciones.
Por ejemplo, el juez de vigilancia y control del CIE habla textualmente de “palmario hacinamiento”, donde no existen habitaciones de menos de seis personas que son inapropiadas y no tienen aseo ni váter. Se trata de un lugar donde no existe ni una habitación destinada a enfermería, con lo que las posibles enfermedades –la mujer congoleña fallecida es un ejemplo— pueden contagiarse con toda facilidad. Critica también el juez, que no se envíen al hospital a los internos con enfermedades contagiosas para evitar la trasmisión de enfermedades y que debido a la falta de médicos la fallecida no fue diagnosticada a tiempo.
Son muchos los inmigrantes que se quejan de que no puedan ir al baño por la noche, puesto que quedan encerrados en sus habitaciones sin váter, teniéndose que valer de botellas y de otros artilugios en el caso de tener esa necesidad durante ese periodo.
Otra de las quejas de los internos es el trato que reciben de algunos policías. Los insultos y los castigos por parte de estos hacia los extranjeros es constante, según ellos. Un recluso que estuvo cuarenta días manifiesta: “Solo te insultan, te humillan, te dicen de todo como: negro de mierda tu vienes a robar a España , te vamos a mandar a tu país”.
El SUP (Sindicato Unificado de Policía) ante las acusaciones de los inmigrantes, confirma que hay redadas (algo que Rubalcaba ha negado hasta el final de su mandato) y que las condiciones de los CIE son deplorables, en concreto el de Madrid, en Aluche, un verdadero agujero negro creado por un gobierno socialista. Este sindicato ha pedido la dimisión del director de este CIE, desde 2007 por mantener el centro en este estado.
Desde distintos colectivos se solicita el cierre de estos centros inhumamos. Y lo que todas las instituciones y organizaciones que han denunciado estos hechos quieren es un reglamente de funcionamiento para estos centros. Desde 2009, que se corrigió la ley de Extranjería, se ha solicitado este reglamento sin haber tenido éxito. Está claro que el gobierno y el parlamento no lo han elaborado en estos dos años, porque no ha sido una prioridad para ellos. Los abusos que existen son debidos a la falta de escrúpulos de los responsables políticos, pero también a la falta de reglas de funcionamiento que permite una arbitrariedad donde la espada de Damocles cae siempre del lado del interno.
‘Al fin y al cabo, se trata sólo de carne de cañón, sin mayor importancia, gente que no merece el mínimo esfuerzo, y que bastante se hace con acogerlos en estos centros, donde al menos, tienen comida y cama. En definitiva, son sobrantes que hay que devolver a sus orígenes por defectuosos’.
Verdaderamente es alarmante esta falta de respeto a los más elementales derechos humanos. En primer lugar se olvida que estos internos no son delincuentes. Simplemente han cometido una falta administrativa, la “terrible” falta de no tener documentos. De haber entrado en este país ilegalmente para sobrevivir.
Es una necesidad inmediata que el nuevo ministro del Interior se ponga a trabajar para acabar con este grave problema que, aunque a los anteriores gobernantes les parezca mentira, concierne a seres humanos en condiciones de inferioridad.
Les recomiendo escuchar este relato de nueve minutos elaborado por la cadena Ser:
Salud y República
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