"Sabedlo otra vez; nos importa más la muerte en la trinchera que la vida en vuestro régimen de cárcel. Es una alegría para nosotros morir matando vuestra semilla, que no dará fruto en España jamás. A través de los huesos de nuestros muertos sopla un viento que nos empuja decidida, fatalmente contra vosotros, asesinos y siempre asesinos. Y encima de esos huesos queridos nos levantamos a cada instante para no dejar de escupiros ni de provocar vuestra perdición.
A mi lado ha caído la obra de varias madres, y muchas de ellas quisieran parir una montaña de hijos ya con veinte años y mandarlos tras el fusil contra vosotros. Cuando yo caiga, que empuñe otro mi arma y mi coraje y que no se olvide de vengarme también.
Miguel Hernández (1919-1942), poeta del pueblo, en El pueblo en armas, 1937.
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