Según el diccionario de la RAE, “oposición” es, en su 6ª acepción, el “Conjunto de grupos o partidos que en un país se oponen a la política del Gobierno.” En el desvergonzado mercadeo parlamentario español, el concepto de «oposición» debería redefinirse como «conjunto de grupos o partidos que en un país se oponen a representar los intereses de la ciudadanía». En estos términos y por desgracia para el ciudadano español, la oposición la forman casi todos los grupos parlamentarios, unos por herir y otros por no curar.
El PP
Representado por ese profesional de la invisibilidad y de la impericia que es Mariano Rajoy, que se parapeta detrás de sus portavoces de presa; el principal partido de la oposición es capaz de contener su alegría y disimular su emoción, ante la deriva ideológica del PSOE hacia la extrema derecha. El partido en el poder, anteriormente conocido como “socialista”, está sacando adelante muchas de las medidas que el PP hubiera querido imponer a la ciudadanía española. Con ello le hace el trabajo sucio al neoliberalismo más salvaje que, sin duda, vendrá de la mano del PP, sin que éste se vea afectado para nada por el desgaste y la impopularidad de estas reformas que, en la práctica, están certificando la condena a pobreza perpetua de las clases más desfavorecidas.
Este interesado nadar a favor de corriente lo demuestra el PP en cada votación que se sucede en el Congreso. Ya sea con la abstención, solo aséptica e inocente en apariencia, como con el voto en contra tan solo cuando ello no conlleve riesgo alguno para la aprobación de las reformas neoliberales tan deseadas por las filas peperas, pero tan odiadas por el pueblo. En este sentido la actitud del PP es de corresponsabilidad y connivencia con los peores desvaríos neoliberales del PSOE. Dice Josu Erkoreka, portavoz parlamentario del PNV: «cuando los 152 escaños del PP se sitúan en la abstención ni aunque todos los demás votáramos en contra resultaría posible tumbar una iniciativa gubernamental».
Y en ocasiones, el frío y calculado interés partidista, único motor del Partido Popular, se demuestra en acciones de una vileza y de una ruindad extraordinarias, como la que protagonizó la noche previa a la votación en el Congreso de la reforma de los Convenios Colectivos. El PP telefoneó a CIU para conocer su postura en la votación del día siguiente[1]. Solo cuando certificó que CIU se abstendría, debido a lo cuál la votación de la reforma prosperaría independientemente de cuál fuera la postura que adoptara el PP, éste se mostró abiertamente en contra de la reforma.
Esta actitud del PP, en las antípodas de los intereses ciudadanos, podría explicar que su programa electoral sea uno de los secretos mejor guardados del mundo, tanto que ni ellos mismos lo conocen, y que en buena medida podría estar determinado por las reformas neoliberales que aún queden pendientes en la agenda de los poderes económicos cuando se certifique la defunción política de Zapatero.
Los demás
Pero el PP no es el único partido que se mueve exclusivamente por intereses partidistas o fríos cálculos electorales, y completamente al marge de intereses ciudadanos. No hace mucho se dio un caso muy curioso en el Congreso, fue a mediados de este mes. Una propuesta de Nuria Buenaventura, diputada de ICV (Iniciativa per Catalunya Verds), para publicar la lista de los titulares de grandes fortunas en Suiza sin declarar[2], fue rechazada con los votos en contra de PSOE, PP, CIU y PNV. Aunque igualmente condenable, los votos de PP, CIU y PNV se pueden llegar a entender, ya que esta propuesta supone un ataque frontal a los privilegiados a los que tradicionalmente representan, pero lo del PSOE no tiene explicación, y menos aún cuando se les oye decir que son un partido de “izquierdas”.
Otra muestra de este usar y tirar que hacen los grandes partidos con el pueblo español, es el paso por el Congreso de la proposición de Ley presentada por el BNG (Bloque Nacionalista Galego) sobre la dación en pago. La propuesta reclamaba cambios en la ley hipotecaria que incluyeran la dación en pago como fórmula prioritaria a estudiar en la abusiva relación banco-cliente. La propuesta fue rechazada con los votos en contra del PSOE y la abstención de PP, CIU y PNV[3]. En los últimos días hemos visto cómo se les ha caído la cara de vergüenza y han vuelto a prometer, pero solo eso, tal y como ya hicieran algunos partidos durante la última campaña electoral, que van a tratar el asunto de la dación en pago, pero de momento parece muy exagerado andar celebrando promesas, y parece más razonable y realista desconfiar[4].
Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que ya va siendo hora de “no haber votado nunca” a los partidos que se oponen a defender los intereses ciudadanos, es decir, el PP, el PSOE, CIU y PNV.
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