09MAI
Hace unos días, en este mismo blog, el profesor catalán en Harvard Andreu Espasa, recomendaba abrir nuestras lecturas de economistas USA más allá de Stiglitz y Krugman, y seguir, por ejemplo, a John Bellamy Foster, editor de la veterana revista marxista norteamericana Monthly Review. Estoy de acuerdo con Espasa en que los contenidos de la Monthly Review ayudan, desde hace décadas, a enriquecer los análisis económicos de las izquierdas occidentales y que en concreto las aportaciones de Bellamy son profundas y especialmente lucidas, y tienen el mérito indudable de ir más allá de una lectura puesta al día de Keynes.
En estos momentos en que la victoria del socialista François Hollande en Francia, el declive electoral del partido conservador en el Reino Unido y, aunque como tendencia, de la CDU en Alemania, los resultados de Grecia y el crecimiento de una alternativa como Syriza, encienden todas las señales de alarma para el pensamiento político tradicional basado en bipartidismos que signfican escasos cambios -en profundidad- en las cuestiones económicas y las políticas fundamentales. Así, empiezan las cortinas de humo al hablarse tímidamente de recuperar políticas de “crecimiento” para la próxima cumbre de la UE del 23 de mayo, olvidando que después de la Gran Depresión de 1930, el capitalismo pudo recuperarse y conseguir nuevo beneficios sin volver al pleno empleo (ni siquiera masculino), sin utilización de toda la capacidad existente, y sin un crecimiento significativo… hasta la II Guerra Mundial.
Habría mucho que hablar sobre el crecimiento que desde el enfoque ideológico de la UE se puede proponer, y sobre todo, por qué nadie habla de entrar a fondo en las políticas de redistribución (en sentido progresivo) cuando estamos inmersos en la etapa más dura de redistribución regresiva que se recuerde. Precisamente por lo que a crecimiento se refiere, Bellamy nos recuerda que la experiencia vivida en la segunda mitad del siglo pasado “ha demostrado que el capitalismo, en su centro, sólo es capaz de evitar el estancamiento mediante grandes gastos militares y, cuando esos gastos fueran probadamente insuficientes, mediante una enorme inflación de valores de los activos y de especulación, esto es, mediante la financiarización.” Es decir, armamentismo o burbujas especulativas(más de lo mismo) que, se supone, no deberían estar sobre la mesa en la próxima cumbre de la UE al considerar posibles “políticas de crecimiento”… en especial porque seguimos sufriendo los profundos desequilibrios de unas burbujas que todavía no conseguimos eliminar, o que incluso alimentamos adicionándole la “burbuja de la deuda”.
El chantaje del capital bancario y financiero
En España empezamos a caer presos de la Deuda y su servicio cuando se nos pone en primer plano la estafa que supone el rescate de Bankia, bajo el membrete de “banco sistémico”. Estas denominaciones sacras demuestran, por una parte, hasta qué punto son falsos los presupuestos de la “economía de mercado” cuando de la gran banca se trata, y por otro deberían encender todas nuestras alertas: el proceso de saqueo de los fondos públicos por parte de los bancos en esta llamada crisis empezó en septiembre de 2008,cuando el Secretario del Tesoro de los EEUU, Henry Paulson, informó al Congreso de que en unos días el sector financiero estadounidense se fundiría completamente, y que era preciso un rescate urgente de 700 mil millones de dólares para los bancos. Dicho rescate acabó siendo de hecho de más de 5 billones de dólares y al margen de la caída de Lehman Brothers, el capital bancario y financiero comprobó que si se convierte en dogma lo de “demasiado grands para caer” (y en eso está ahora Bankia precisamente) no sólo pueden quedarse con los fondos destinados a enseñanza y salud, sino que pueden marcar toda la agenda política a su antojo: y lo demuestran día tras día en la administración Obama y, como no, también en la España de Mariano Rajoy.
¿Por qué se tiene que rescatar Bankia? Porque si no, “se hundirá más nuestra economía y con ella, nos hundiremos todos”. Juega fuerte el egoísmo de los poderosos para mantener el sistema de sus privilegios, pero defrauda el vértigo de las organizaciones y partidos que se reclaman alternativos para construir, en la realidad, un mundo de mayor equidad… Nos advierte Bellamy: “Es importante recordar que un desplome del capitalismo como tal no ocurrirá sólo por causas económicas. Con tiempo bastante para que el capitalismo pueda manejar las cosas en sus propios términos, está fuera de duda que el sistema se recobrará, aun cuando podrían necesitarse muchos años para una recuperación completa, si ella fuera posible. El verdadero asunto histórico que nos plantea esta crisis es éste: en qué medida está dispuesta la población mundial limitarse a esperar a que la crisis se resuelva en términos capitalistas, de modo que todo el proceso irracional de explotación, de burbuja y estallido de la burbuja y vuelta a empezar, se ponga nuevamente en marcha; y en qué medida, al contrario, está determinada a decir “¡basta!” y a implicarse activamente en el proceso. Lo que más temen los poderes existentes es, precisamente, esa posible determinación de los de abajo a implicarse políticamente. Desde su olímpica posición en la cúspide del sistema, saben, acaso mejor que nadie, que se dan ahora todas las condiciones para un posible renacimiento del socialismo a escala global. Como fuerza de progreso, el capitalismo tocó techo, y su famosa “destrucción creativa” ha trocado ya en una creatividad a tal punto destructiva, que pone en serio peligro a la población mundial y al propio planeta. Porque lo cierto es que para la población mundial y para la tierra, tomadas de consuno, no hay hoy otra alternativa real que la ofrecida por el socialismo.”
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