En el primero de los supuestos, decenas de jefes de estado, el Papa, miles de periódicos, televisiones y los de la Zeja, elevarían su grito pidiendo la cabeza de la Revolución. Pero el crimen no podría perpetrarse en la isla más pacífica y justa del globo.
Se va a cometer esta misma tarde en una prisión norteamericana, tras veinte años de cárcel y 7 testigos que han negado los hechos que alegaron en su primera comparecencia.
A pesar de las dudas más que razonables sobre la inocencia de este recluso, la justicia (?) de Obama va a asesinar a un ser humano, sin piedad y sin posibilidad de un proceso con garantias.
Los cobardes miran el dedo que señala la luna cuando el asesinato se comete en los EE.UU., pero ladran, barritan, cacarean y rugen cuando el caso hubiese ocurrido en Venzuela, Cuba o Nicaragua.
Esa doble moral, esa hipocresía, les delata siempre. En esas manifestaciones no hay Zapateros ni Camerons que protesten. La cobardía no tiene límites. Y aún hay ciudadanos que les conceden crédito…
SE CONSUMÓ LA EJECUCIÓN DE TROY DAVIS
LA PENA DE MUERTE SIGUE VIGENTE EN EL PAIS MÁS VIOLENTO DEL GLOBO
Un portavoz de la Penitenciaria de Jackson (Georgia), anunció la ejecución por inyección letal a las 3 de la madrugada hora europea, del estadounidense Troy Davis que llevaba encerrado veinte años.
Davis, condenado a muerte en 1991 por matar a un oficial de policía blanco, había sido objeto de una intensa campaña internacional para impedir su ejecución, por las dudas que durante esos años surgieron acerca de su culpabilidad.
Sin embargo, la Corte Suprema de los Estados Unidos rechazó el miércoles una apelación final de sus abogados, allanando el camino para su asesinato legal.
Testigos dijeron que Troy, de 42 años de edad, reiteró su inocencia cuando se le pidió si deseaba formular sus últimas palabras. “No soy culpable, pero Dios perdone a quienes hoy me quitan la vida” dijo, según varios periodistas que presenciaron la ejecución.
El abatimiento, rabia e impotencia ante este nuevo caso, eran la tónica de quienes ante las decenas de personas que se mantuvieron ante la prisión, en espera de la clemencia que no llegó.
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