LA INSEGURIDAD CIUDADANA: EL GRAN NEGOCIO DE LA DEMOCRACIA
El asesinato de Osama Bin Laden dicen que ha logrado que este mundo sea un poco más seguro. O sea, que ya podemos estar más tranquilos. No sé, hay algo que no me cuadra.
Cuando un ministro de la talla de Rubalcaba (Pepe Gotera y Otilio, Mortadelo y Filemón, son bastante más coherentes e inteligentes) y sus colegas europeos, coreados por presidentes y primeros ministros, monarcas y demás miembros de la Alta Suciedad, más algunos de los habituales mandatarios más serviles del resto del globo, aseguran que nos hemos quitado un enorme peso de encima, tras el crimen mentado (no interesaba la detención, y menos aún un proceso judicial), pienso en que la única tranquilidad que hoy anhela un ciudadano, es la que proporciona un trabajo digno, una vivienda cuya hipoteca pueda pagar sin que le roben y saber que un gobierno vela por los intereses de la sociedad, pero no sólo de las Anónimas o las Limitadas.
Precisamente, es al revés. Desde que el capitalismo abandonó paulatina y violentamente todas las conquistas políticas y sociales (mínimas, en ambos casos) que figuran en las constituciones de los países gobernados bajo ese régimen, el orbe comenzó a sentir los efectos trágicos de una escalada imparable hacia el terrorismo de estado en su más exacta acepción.
¿Y A ESTE NO HAY QUIEN LE CACE?
Lo que Fidel Castro llama con toda razón el IV Reich (militarismo y totalitarismo), se viene gestando desde el día en que se decidió bloquear a Cuba, primer país liberado en América Latina de la bota americana.
A partir de entonces, los mandatarios sucesivos que ocuparon el despacho oval de la Casa Blanca, vinieron desarrollando (si no intervenía la CIA para asesinarlos) una política basada en el expolio y agresión sistemática de cuantos territorios apetecieran a sus lobbys industriales. De Nixon a Obama, nada ha cambiado en ese régimen, excepto la consagración de la guerra y la invasión como soluciones “democráticas” a conflictos económicos internos (en los EEUU, claro), saltando por encima de Naciones Unidas o con su mínimo apoyo en forma de resolución, que también se violenta ulteriormente para lograr lo inconfesable: el monopolio de las riquezas del país atacado y ocupado.
Cuando George W Bush fue elegido presidente de los USA, se elevaron millones de voces advirtiendo del nuevo peligro, a las que se silenció merced al atentado más artero y discutido de los últimos 50 años, probablemente cometido desde las cloacas del propio gobierno americano. Aquellos miles de muertos fueron suficientes como para que las voces contra el borrachín tejano callaran para siempre, aceptando que no es lo mismo la muerte de tres mil civiles en Nueva York, que 80.000 en Hiroshima o 250.000 en Bagdad.
HIROSHIMA Y EL WTC EN NUEVA YORK
Los pocos ciudadanos que defienden la validez del capitalismo en un sistema democrático, que verdaderamente respetase las libertades, son una especie en extinción; pero no hay ADI o ICONA que los salve, aunque sí existen reservas para ellos, en forma de asentamientos culturales, plataformas y ONG de todas las clases imaginables, desde donde ese IV Reich puede controlar cierta insatisfacción interna.
Tras la pantomima del ataque a la casa de Bin Laden (seguramente el cadáver lo sacaron del congelador donde lo tenían reservado para una mejor ocasión), una insana alegría llenó las calles de barrios y ciudades norteamericanas, en las que miles de incautos brincaban alborozados por la anunciada ejecución, sin proceso ni sentencia judicial, del enemigo número 1 del capitalismo USA.
De inmediato sale una voz que anuncia: El mundo ya es más seguro, para de inmediato afirmar que, a partir de hoy, habrá que estar alerta ante los más que probables atentados indiscriminados de los kamikazes de Al Qaeda, hoy dividida en mil sectores diferentes, cuya ira alcanzará sin duda a alguno de los que ayer brindaba albrozado en los alrededores de la Casa Blanca.
Ergo, cuando se mata a un enemigo de esa manera, el mundo se convierte en un infierno aún mayor, de sospechas y recelos, de falsos avisos de bombas y ataques sorpresa. Justo lo que le viene como anill0 al dedo a este capitalismo mil veces más salvaje que Osama Bin Laden.
FELIZ ANTE ESE MUNDO MÁS INSEGURO
muy bueno... yo me siento tan libre que no se donde esconderme, el armario no me resulta seguro, pues no esta preparado contra misiles, no se si matar ya a mi gatita y perro, por eso de que parece que esa es la autentica libertad que con tanta alegría anuncian los del mundo libre y que mi protector gobierno con nuestro superministro Bubalcaba a la cabeza celebra y anuncia la gran nueva con tanta alegría OBAMA Y SUS ESPERTISIMOS CHICOS DEL CRIMEN PERFECTO MATARON A BIN....me dice que me esconda pues el peligro sigue, la verdad me desconcierta un poco...pero para que pensar... si los libertadores me lo dicen por algo sera, ....así pues me digo no pensare....no pensare..... y si solo de pensar que no pensare ya me siento como mucho mas integrada con el bien.Este sistema es muy bueno y libertador.
ResponderEliminar