Miren ustedes soy de Madrid. Y Madrid me gusta. Soy consciente de que el lugar de nacimiento es circunstancial, pero yo tengo un cariño especial a Madrid, la ciudad donde nací y donde he vivido durante muchos años. Hoy fuera de Madrid, todavía me encuentro muy cerca de ella.
Pero desde luego, ese amor a esta ciudad, es a pesar de los políticos que la han gobernado en los últimos veinticinco años. La verdad es que Madrid no ha tenido suerte con sus alcaldes.
Después de Tierno –un alcalde modelo--, esta ciudad ha sido vapuleada y destrozada, haciendo que sólo ciertos barrios hoy, conserven la esencia de ese Madrid solidario y respetuoso con todos y con todo. Esa ciudad que luchaba contra las imposiciones o las injusticias. Donde el núcleo de la ciudad era el hombre, hoy sustituido por el automóvil.
Ahí quedó Álvarez del Manzano, aquel alcalde sevillano del que a pesar de estar doce años con la vara de mando, lo único que recuerdo es que, sin el mínimo temor al ridículo, nos cantaba un villancico todas las Navidades, que hacía vomitar.
También pasó, recientemente nombrado ministro, Ruíz Gallardón. Ese “gran político” que ha hecho de Madrid, la ciudad más endeudada de Europa y la que menos zonas peatonales tiene. Eso sí, sin despeinarse y haciendo méritos para ser ministrable.
Y hoy nos llega la primera alcaldesa que tiene Madrid. Y ¡qué vergüenza! Una alcaldesa que no ha sido elegida, sino empujada, de un nivel político y cultural incapaz de superar a Álvarez del Manzano, que ya es decir. Todos conocemos sus salidas de tiesto, sus imprecisiones, su ignorancia, su osadía.
Qué tristeza pensar que la única mujer que ha llegado a dirigir Madrid, lo haya sido por ser esposa de. Ese es su gran y único mérito, porque sus actuaciones anteriores como concejal son para olvidar.
En fin, habrá tiempo para juzgar su gestión, hoy sólo puedo hablar así, por sus méritos hasta este momento. Pero sólo de pensar en esta mujer, se me pone la carne de gallina, porque conociéndola, las decisiones que puede tomar pueden ser de órdago a la chica.
Hablaba el otro día con un amigo del PP (hay que tener amigos hasta en el infierno) y me confesaba que él estaba muy contento con la nueva alcaldesa, porque, me dijo, se verá la mano del marido en el ayuntamiento. Sí, le contesté, y ¿volveremos a Iraq? No le gustó mi réplica, pero un amigo es un amigo, y se quedó callado.
Aunque sé, que ya la conocen ustedes, aquí les dejo con un vídeo que dice mucho de esta mujer alcaldesa.
Esto es sólo una muestra. Pues ahí no acaba el descalabro. La alcaldesa, no elegida, ha tomado una de las primeras decisiones: poner el nombre de una calle al franquista Fraga.
Justo aquel que dijo que la calle era suya. Lo consiguió en tiempos difíciles y con actuaciones totalitarias, y hoy puede volver a tener la calle, gracias a la señora de Aznar. De ello habla también mi amiga Carmen.
Después de esto, qué puedo decir. ¡Que mala suerte has tenido, Madrid!
Salud y República
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