Hoy ha empezado el primero de los tres juicios a los que se ve abocado Garzón. Hoy el Tribunal Supremo ha sentado sus posaderas en la tribuna del gran circo para condenar al juez acusado.
Cuando hablo de circo, ha de entenderse circo romano, donde al juez Garzón ya le han condenado de antemano. Donde los leones esperan a su presa, hambrientos de odio y envidia. Tratando de completar el desprestigio y deshonor que le han causado. Quieren comérselo, que desaparezca del mapa judicial. Es simple y llanamente un estorbo para los intereses de los poderosos.
Y, aún en el hipotético caso que saliera inocente –cuestión improbable, puesto que se trata de una cacería y no de un juicio—, el daño ya se le habría hecho. Su reputación ha quedado dañada desde antes, por mor de intereses poderosos que son los verdaderos causantes de esta truculenta felonía.
Y es que, no hay duda –aunque busquen excusas judiciales de todo tipo—, Garzón va a ser juzgado porque desde la Audiencia Nacional, cuando estaba en activo, se atrevió a investigar los crímenes del franquismo, ese es su inmenso delito –por encima de la corrupción del caso Gürtel, que tampoco le perdonan--, algo que destapó la caja de los truenos de los poderes del Estado. Interesados en que no se remuevan la Victoria, en que las cunetas sigan cubiertas de cadáveres, en que todavía hoy se reconozcan y se diferencien a los vencedores de los vencidos.
Y eso no se lo van a perdonar. Es mucho lo que se juegan. Algunos todavía andan sueltos por ahí, otros ven peligrar el honor de sus antepasados. Además igualaría a este país con otros con problemas similares, donde sí se ha hecho justicia con las dictaduras que les han gobernado. Hablo de Alemania, Italia, Argentina, Uruguay…
Pero claro, ya lo dijo el franquista Fraga --por cierto, muerto en la cama y enterrado hoy mismo—,Spain is different. Y bien que lo es. En España en aras de una transición injusta y desvirtuada se consiguió pasar páginas llenas de sangre a cambio de una falseada democracia, donde los responsables de los crímenes quedaron amparados por una amnistía falaz y se subieron al carro del poder para seguir mandando, como si nada hubiera ocurrido, como si el pasado no fuera con ellos.
Garzón cumplía con su deber y con valentía, trató de desenmascarar a verdugos que todavía andan sueltos y, sobre todo, intentó hacer justicia, reparar el honor de las víctimas del franquismo y buscar sus cuerpos para darles sepultura. Ese fue su gran pecado.
Lo que ha comenzado hoy es un paripé, un ajuste de cuentas, una crónica de una condena anunciada. Una vergüenza para este país. Hoy, ha empezado otra guerra, y quieren volver a ganarla.
Desde aquí envío mi total apoyo al juez Garzón ante esta infamia. Porque no podemos tapar las vergüenzas de este país, callando a quien habla, buscando falsear la historia.
La Memoria Histórica es algo irrenunciable, y somos muchos los que hoy somos y nos sentimos Garzón. Y no cejaremos hasta que haya Verdad, Justicia y Reparación, por mucho que lo pretendan.
Salud y República
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