E.F. - Redacción Canarias Semanal
"Un instrumento represivo al servicio del poder y no de los ciudadanos". Quien define de esta contundente manera a la Guardia Civil -en una carta enviada a la webEl Antirradar (1) - no es ningún activista social o político. Y tampoco un inmigrante subsahariano o un gitano después de tener algún encontronazo con una pareja de este instituto armado. Por sorprendente que pueda parecer, la misiva fue enviada a la citada web por un agente del "Cuerpo" que ha decidido abandonarlo.
La denuncia epistolar del Guardia Civil se limita a la labor que ejerce la institución militar en el control del tráfico por carretera, aunque no por ello deja de resultar significativa. En su carta pública, arremete violentamente contra la Dirección General de Tráfico, a la que acusa de haber utilizado a los guardias civiles como a una suerte de salteadores de caminos con un ánimo exclusivamente recaudatorio y no "para prevenir accidentes o a favorecer la relación con los conductores". El agente arrepentido expone, con amargura, que como consecuencia de ello “la gente conduce literalmente acojonada, agarrotada, y ha cundido la percepción de que los guardias civiles son unos impresentables que solo se dedican a atracar a los conductores”.
No le duelen prendas tampoco a la hora de señalar a quien considera el principal responsable de esta situación: el Director General de la DGT, Pere Navarro. Alto cargo al que el Guardia Civil estima inmerso en “una carrera para cumplir criterios estadísticos” en la que se aplican “creativos juegos de contabilidad” para reducir las cifras oficiales de víctimas. "Lo que importa - afirma el denunciante - ya no son las vidas que se salvan sino el impacto económico".
Agazapados como arbustos y saltando como conejos
El autor de la carta describe con especial irritación el hecho de que la Guardia Civil tenga que esconderse, haciendo “verdaderos malabares para ocultar el coche o los trípodes”,llegando incluso a “disfrazarlos de arbustos”. Agazapados en las cunetas de “carreteras tercermundistas” -sostiene- y “saltando como conejos a la carrera” para no ser atropellados en controles de alcoholemia situados a traición en tramos sin luz ni visibilidad.
Sin borrachos no hay productividad
Finalmente, el agente dispuesto a abandonar este cuerpo militarizado se queja acremente tanto de los recortes en sus retribuciones como de la política de "incentivos" por productividad impuesta por la DGT a la Guardia Civil. Quien "tenga la 'mala suerte' de no poder detener a nadie porque no ha encontrado a nadie borracho a quien detener -reconoce- no cobrará la productividad".
El autor de la misiva concluye calificando a Pere Navarro como el peor Director General que ha pasado por Tráfico, solo preocupado -dice - por “salir en la tele todos los días” y presumiendo de cumplir unos objetivos que se han obtenido “disfrazando la realidad”. A Navarro atribuye el agente, igualmente, el haber "creado una Agrupación al servicio del poder y nunca del pueblo, obligada a dar la cara ante unos ciudadanos reventados y hartos de sostener con su bolsillo los desmanes de gobernantes ineptos”.
(1) Misiva del agente "arrepentido".
La denuncia epistolar del Guardia Civil se limita a la labor que ejerce la institución militar en el control del tráfico por carretera, aunque no por ello deja de resultar significativa. En su carta pública, arremete violentamente contra la Dirección General de Tráfico, a la que acusa de haber utilizado a los guardias civiles como a una suerte de salteadores de caminos con un ánimo exclusivamente recaudatorio y no "para prevenir accidentes o a favorecer la relación con los conductores". El agente arrepentido expone, con amargura, que como consecuencia de ello “la gente conduce literalmente acojonada, agarrotada, y ha cundido la percepción de que los guardias civiles son unos impresentables que solo se dedican a atracar a los conductores”.
No le duelen prendas tampoco a la hora de señalar a quien considera el principal responsable de esta situación: el Director General de la DGT, Pere Navarro. Alto cargo al que el Guardia Civil estima inmerso en “una carrera para cumplir criterios estadísticos” en la que se aplican “creativos juegos de contabilidad” para reducir las cifras oficiales de víctimas. "Lo que importa - afirma el denunciante - ya no son las vidas que se salvan sino el impacto económico".
Agazapados como arbustos y saltando como conejos
El autor de la carta describe con especial irritación el hecho de que la Guardia Civil tenga que esconderse, haciendo “verdaderos malabares para ocultar el coche o los trípodes”,llegando incluso a “disfrazarlos de arbustos”. Agazapados en las cunetas de “carreteras tercermundistas” -sostiene- y “saltando como conejos a la carrera” para no ser atropellados en controles de alcoholemia situados a traición en tramos sin luz ni visibilidad.
Sin borrachos no hay productividad
Finalmente, el agente dispuesto a abandonar este cuerpo militarizado se queja acremente tanto de los recortes en sus retribuciones como de la política de "incentivos" por productividad impuesta por la DGT a la Guardia Civil. Quien "tenga la 'mala suerte' de no poder detener a nadie porque no ha encontrado a nadie borracho a quien detener -reconoce- no cobrará la productividad".
El autor de la misiva concluye calificando a Pere Navarro como el peor Director General que ha pasado por Tráfico, solo preocupado -dice - por “salir en la tele todos los días” y presumiendo de cumplir unos objetivos que se han obtenido “disfrazando la realidad”. A Navarro atribuye el agente, igualmente, el haber "creado una Agrupación al servicio del poder y nunca del pueblo, obligada a dar la cara ante unos ciudadanos reventados y hartos de sostener con su bolsillo los desmanes de gobernantes ineptos”.
(1) Misiva del agente "arrepentido".
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