Por Antonio Piera
Hablamos con Diego Cañamero, portavoz nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). Cañamero es un hombre alto y bien plantado. Se expresa con precisión y seguridad. Me parece ver en su corrección gramatical la larga mano del cura Diamantino, el que fuera su mentor... He encontrado por ahí unos versos que cantaban los de “Gente del Pueblo”, de Morón de la Frontera, a mediados de los ochenta: “Si no labran los cortijos/y siguen abandonaos/debieran de ser ya nuestros/habiendo tantos paraos”.
- ¿Más de 30 años para estar en el mismo sitio, Diego?
- Las injusticias, hay que combatirlas siempre. Aunque no se consigan resultados de manera inmediata. Eso es lo que el Sindicato de los Obreros del Campo, antes el SOC y ahora el SAT ha hecho desde su nacimiento. Combatir la injusticia. Si vemos que es una injusticia que el cincuenta por ciento de la tierra esté en manos del dos por ciento de los propietarios y consideramos que, en una tierra que tiene unas posibilidades enormes para desarrollarse y que ni la iniciativa privada ni el sector público se ponen a trabajar en esa dirección, pues el sindicato debe seguir luchando. Desde su nacimiento, nosotros surgimos en el 76, hasta la fecha, el sindicato no ha parado de luchar por la tierra.
- ¿Esa tierra que tantos consideran una mercancía?
- La tierra no es una carretera, un puente, una puntilla, un martillo o un tren o un barco. La tierra es un don de la naturaleza y tiene que estar al servicio del ser humano, de las personas. Es muy importante que la sociedad entienda que la tierra es un bien escaso que necesitamos cuidar, mimarla no solamente para los que vivimos hoy sino para todas las generaciones venideras. Por eso el sindicato lucha por la tierra. No por la propiedad de la tierra, que tiene que ser pública. No tiene por qué tener dueño. Mientras que esté en manos de los terratenientes para la especulación, para conseguir subvenciones, para enriquecer sus vanidades, el sindicato tiene que luchar y pelear cada día por ello.
- Y ocuparla…
- Por eso estamos hoy mismo ocupando fincas, aún hoy, después de 30 años, como la que acabamos de ocupar en Palma del Río. Una finca que ha seguido el camino inverso, la de Somonte. 400 hectáreas entre secano y regadío que son de dominio público, del IERE, y que, sin embargo, la Junta quiere venderlas, privatizarlas, por si los terratenientes tuvieran poca tierra. Si esta tierra es pública, podría el Gobierno andaluz dar un paso diciendo, bueno, si no sabemos administrar esta tierra, ¿por qué no se la cedemos a las cooperativas de trabajadores para que las administren?
- Que, además, han demostrado que saben administrarlas…
- Claro. Y bien que han demostrado que saben. Y, si no, que se las entreguen a los ayuntamientos para que, a través de los proyectos del PER, se invierta en esas fincas para dar jornales, como una empresa dedicada a generar riqueza y trabajo. En vez de eso, el Gobierno andaluz pone a la venta 20.000 hectáreas de esas tierras. Es una injusticia, porque esa tierra a la venta no la va a comprar un jornalero, ni la va a comprar un albañil. No. La va a comprar un terrateniente o los especuladores, que también se dedican a eso para blanquear los dineros. Un Gobierno que se dice que es progresista y que mira por los intereses del pueblo andaluz y de los trabajadores, no tiene sentido que entre en ese negocio. Por eso hemos ocupado esas tierras, por eso ocupamos el otro día la consejería de Agricultura y Pesca y el martes, a las 6 de la tarde, tenemos una reunión con la señora consejera.
- ¿Por qué todo el mundo habla de la reforma agraria y nadie la aplica? ¿Es que les da miedo?
- Yo creo que más que darle miedo al Gobierno la reforma agraria, lo que pasa es que el Gobierno defiende los intereses de los grandes, de los poderosos. Al final, este Gobierno no se atreve a aplicar una política cercana al pueblo ni a los trabajadores, pero sí que condecora o les da medallas a los terratenientes que son, en parte, los culpables del subdesarrollo de esta tierra, porque nunca se preocuparon de nada más que de obtener subvenciones de Europa, de la que reciben 6.500 millones de euros, el PER de los ricos.
- “Que no sea dueño del campo/quien lo tenga abandonao”, cantaban los de Morón, para que luego algún Salvatierra se permita criticar al PER de los jornaleros.
- El 80 por ciento de esas ayudas va a para a las manos del 20 por ciento de los propietarios y, además, estos propietarios con grandes cantidades de tierra no trasforman ninguno de sus productos en Andalucía. Por ejemplo, el 90 por ciento del algodón que se produce en España es de Andalucía.
- Y todo para fuera…
- Aquí no hay ni una empresa textil. Todo lo mandan a Cataluña. 40.000 hectáreas de naranjas, desde el coto de Doñana hasta la vega de Córdoba, y ni una fábrica de zumos. Las pipas blancas, que teníamos mucha por aquí, todos los tostaderos en Valencia y Castellón. Los tomates, todas las fábricas en Murcia. No hay transformación de los cultivos agrarios en Andalucía. Sin embargo, nosotros tenemos cooperativas en las que hemos hecho posible que esos cultivos se transformen en la misma cooperativa y generen una riqueza y un valor añadido que están dando trabajo a un montón de personas.
- Tuve la posibilidad de ver en Marinaleda la envasadora y el molino de aceite. Me parecieron impresionantes. El ejemplo de Marinaleda y de algunos otros pueblos, ¿cómo es posible que no se haya extendido al resto de Andalucía siendo tan real, tan eficaz, tan productivo y tan valioso?
- Si te refieres por nuestra parte, no tenemos posibilidades porque no tenemos tierra y no nos la dan, aunque luchamos por ella
- Pero allí lo solventasteis ocupándola. Igual se podrían ocupar fincas en Almería, o en Jaén…
- Lo que pasa es que aquella ocupación de fincas entraba dentro de un programa de puesta en riego y la ley te permitía adquirir un 30 por ciento de esa tierra o en dinero o en trabajo, con lo cual la lucha, la presión social más el proyecto de riego en sí por la zona del Genil, posibilitó que nuestras cooperativas pudieran apostar por las que salieron a concurso público y conseguimos que ocho cooperativas nuestras obtuvieran las 1.250 hectáreas. Y eso no ha ocurrido en otros lugares. Y eso que también tenemos otras cooperativas, como en Pedrera, que es de secano, una parte de olivar y otra de calma, que se ha puesto una granja y criadero de animales, en la parte de Antequera, Los Corrales, en Sierra Yegua, Puerto Serrano, en Villamartín, El Bosque, en Lebrija… Pero, claro, la que tiene más importancia es la de las 1.200 hectáreas. Si en todos los lugares de Andalucía se trabajara como allí, estaríamos hablando de otra situación económica en estos momentos.
- Hay quien interpreta que eso no pasa porque no hay más Gordillos ni más Cañameros.
- También se da la circunstancia de que, por coyunturas, hay personas que surgen como representantes de los trabajadores o como dirigentes sindicales en épocas concretas en que sufren unas persecuciones concretas y a lo mejor tienen más nombre, pero en el sindicato hay muchos gordillos y muchos cañameros, mucha gente valiosísima, una militancia tanto de hombres como de mujeres que tienen un valor incalculable.
- Vamos a cambiar de tercio. En la calle se grita ‘PSOE, PP, la misma mierda es’. Vosotros lleváis muchos años poniendo al Gobierno andaluz del PSOE entre la espada y la pared, pero… ¿Vé que haya matices en esa consigna, o es así de radical la cosa?
- Creo que nunca los partidos políticos, ni las personas, son lo que dicen. Hay que medirles siempre por lo que hacen. Y nosotros, aunque el Partido Socialista sea un partido que viene del pueblo y que tiene un voto sociológicamente de izquierdas, pensamos que es, sin embargo, el mejor referente y el mejor representante de la burguesía, porque le permite hacer política totalmente de derechas pero con el consentimiento del voto progresista de izquierdas. Durante 30 años, este partido, el Partido Socialista (que nosotros le decimos la Pesoe, como si fuera la Ford o la Renault) se ha convertido en una empresa sin ideología. Todos los mecanismos que ha creado en Andalucía han sido para sus estómagos agradecidos y no se ha preocupado de trasformar esta tierra ni de mantener una base ideológicamente sólida capaz de enfrentarse a las dañinas políticas de derechas, que representan los terratenientes, ni a las políticas de la burguesía. Entonces, los matices serían que el PSOE es la cara amable de la burguesía y el PP la cara más descarnada.
- En una situación preelectoral como ésta, en la que tenemos al siempre perdedor PP llamando a las puertas de San Telmo…, si no alcanzara la mayoría absoluta, ¿qué hace la gente de izquierdas, dará Izquierda Unida el gobierno al PSOE?
- En este aspecto, yo quiero tener las ideas muy claras. A mí me parece que no se puede apoyar ni pactar con ningún partido que haga política de derechas. Los partidos del sistema capitalista, los partidos que defienden lo que llaman ellos la economía de libre mercado y que nos están llevando a una situación de crisis bestial a todos los niveles, económica, cultural, social, ecológica… no se les puede dar ni un apoyo, en lo absoluto. Yo creo que Izquierda Unida debe tener muy claro que tiene que plantear y defender un proyecto totalmente independiente, un proyecto capaz de aglutinar a toda la base social y contestataria al sistema. Dejarse atrapar por alguno de los dos partidos sería su muerte en Andalucía.
- El modelo Extremadura…
- Bueno –dice encogiéndose de hombros-, estoy de acuerdo con Extremadura. IU se tiene que abstener en todo caso, pero sobre todo tiene que tener la voluntad de ganar las elecciones. Un partido político que se presente a unas elecciones con miedo, hablando de pactos o de a quién va a apoyar es un partido que sale derrotado ya.
- Pero parece que ese no es el discurso de Valderas. Me consta que Valderas ha tenido sobre la mesa la posibilidad histórica de participar de una candidatura unitaria, con otra mucha gente, que fuera a por el Gobierno y que, al final, no ha encontrado la manera, así que cabe decir que ha elegido seguir a su bola e intentar conseguir dos o tres diputados más. Pero, ¿Para qué? ¿Para ponerlos en manos del PSOE? ¿A cambio de qué? Esa es la pregunta. Lo digo porque el SAT está ahí, dentro de esa formación.
- Es el debate que hay internamente en la coalición de Izquierda Unida. Como sindicato no estamos, pero sí está la Candidatura Unitaria de Trabajadores, la CUT, que es nuestro referente político. IU se tiene que dar cuenta de que o se convierte en un proyecto independiente, capaz de aglutinar todas las fuerzas políticas y todos los movimientos sociales que se enfrenten al sistema, o estará apuntalando el sistema. Izquierda Unida no puede ser la izquierda de la socialdemocracia.
- Pero a menudo agitan el espantajo: ¡Que viene el lobo!
- Sí, porque da la impresión de que los votos o diputados que saque IU siempre sirven para apuntalar al Partido Socialista con el argumento de que viene la derecha. Y yo creo que la derecha está instalada en el Gobierno, donde lleva instalada más de 30 años. En Andalucía y en el Estado español. Lo que hace falta son proyectos independientes, alternativos, contestatarios, dinámicos y capaces de aglutinar todas las fuerzas políticas y de enfrentarse al sistema capitalista. Eso es lo que tiene que hacer IU. Si no lo hace, y en estas elecciones IU le da el voto o al PP o al PSOE, nos parece que poco tiempo nos quedaría de estar militando en esta formación.
- ¿No sería la unidad por la base la que tendría que presionar a los dirigentes de los partidos, incluida IU, para que entiendan que por donde van no van a ningún lado, o que una alternativa unitaria es posible e imprescindible?
- Sí, yo creo que esa tiene que ser la base fundamental, de abajo arriba, ¿no? Y la vertebración social, con objetivos concretos, tanto cercanos como un poquito más lejanos. Me parece que es muy importante la unidad desde abajo. Eso es lo que intentamos nosotros dentro de Izquierda Unida: presionar, reflexionar, debatir las ideas para convencer a todo el mundo de que no se puede estar apuntalando a la derecha más moderada del sistema capitalista, que es el PSOE, la socialdemocracia. De hecho, hemos podido arrancar en la coalición que antes de cualquier pacto que se pueda plantear en Andalucía, siempre tienen que consultarlo en un referéndum a las bases. Así serán las bases las que tendrán que decidir cualquier tipo de pacto que se pueda plantear.
- ¿Más de 30 años para estar en el mismo sitio, Diego?
- Las injusticias, hay que combatirlas siempre. Aunque no se consigan resultados de manera inmediata. Eso es lo que el Sindicato de los Obreros del Campo, antes el SOC y ahora el SAT ha hecho desde su nacimiento. Combatir la injusticia. Si vemos que es una injusticia que el cincuenta por ciento de la tierra esté en manos del dos por ciento de los propietarios y consideramos que, en una tierra que tiene unas posibilidades enormes para desarrollarse y que ni la iniciativa privada ni el sector público se ponen a trabajar en esa dirección, pues el sindicato debe seguir luchando. Desde su nacimiento, nosotros surgimos en el 76, hasta la fecha, el sindicato no ha parado de luchar por la tierra.
- ¿Esa tierra que tantos consideran una mercancía?
- La tierra no es una carretera, un puente, una puntilla, un martillo o un tren o un barco. La tierra es un don de la naturaleza y tiene que estar al servicio del ser humano, de las personas. Es muy importante que la sociedad entienda que la tierra es un bien escaso que necesitamos cuidar, mimarla no solamente para los que vivimos hoy sino para todas las generaciones venideras. Por eso el sindicato lucha por la tierra. No por la propiedad de la tierra, que tiene que ser pública. No tiene por qué tener dueño. Mientras que esté en manos de los terratenientes para la especulación, para conseguir subvenciones, para enriquecer sus vanidades, el sindicato tiene que luchar y pelear cada día por ello.
- Y ocuparla…
- Por eso estamos hoy mismo ocupando fincas, aún hoy, después de 30 años, como la que acabamos de ocupar en Palma del Río. Una finca que ha seguido el camino inverso, la de Somonte. 400 hectáreas entre secano y regadío que son de dominio público, del IERE, y que, sin embargo, la Junta quiere venderlas, privatizarlas, por si los terratenientes tuvieran poca tierra. Si esta tierra es pública, podría el Gobierno andaluz dar un paso diciendo, bueno, si no sabemos administrar esta tierra, ¿por qué no se la cedemos a las cooperativas de trabajadores para que las administren?
- Que, además, han demostrado que saben administrarlas…
- Claro. Y bien que han demostrado que saben. Y, si no, que se las entreguen a los ayuntamientos para que, a través de los proyectos del PER, se invierta en esas fincas para dar jornales, como una empresa dedicada a generar riqueza y trabajo. En vez de eso, el Gobierno andaluz pone a la venta 20.000 hectáreas de esas tierras. Es una injusticia, porque esa tierra a la venta no la va a comprar un jornalero, ni la va a comprar un albañil. No. La va a comprar un terrateniente o los especuladores, que también se dedican a eso para blanquear los dineros. Un Gobierno que se dice que es progresista y que mira por los intereses del pueblo andaluz y de los trabajadores, no tiene sentido que entre en ese negocio. Por eso hemos ocupado esas tierras, por eso ocupamos el otro día la consejería de Agricultura y Pesca y el martes, a las 6 de la tarde, tenemos una reunión con la señora consejera.
- ¿Por qué todo el mundo habla de la reforma agraria y nadie la aplica? ¿Es que les da miedo?
- Yo creo que más que darle miedo al Gobierno la reforma agraria, lo que pasa es que el Gobierno defiende los intereses de los grandes, de los poderosos. Al final, este Gobierno no se atreve a aplicar una política cercana al pueblo ni a los trabajadores, pero sí que condecora o les da medallas a los terratenientes que son, en parte, los culpables del subdesarrollo de esta tierra, porque nunca se preocuparon de nada más que de obtener subvenciones de Europa, de la que reciben 6.500 millones de euros, el PER de los ricos.
- “Que no sea dueño del campo/quien lo tenga abandonao”, cantaban los de Morón, para que luego algún Salvatierra se permita criticar al PER de los jornaleros.
- El 80 por ciento de esas ayudas va a para a las manos del 20 por ciento de los propietarios y, además, estos propietarios con grandes cantidades de tierra no trasforman ninguno de sus productos en Andalucía. Por ejemplo, el 90 por ciento del algodón que se produce en España es de Andalucía.
- Y todo para fuera…
- Aquí no hay ni una empresa textil. Todo lo mandan a Cataluña. 40.000 hectáreas de naranjas, desde el coto de Doñana hasta la vega de Córdoba, y ni una fábrica de zumos. Las pipas blancas, que teníamos mucha por aquí, todos los tostaderos en Valencia y Castellón. Los tomates, todas las fábricas en Murcia. No hay transformación de los cultivos agrarios en Andalucía. Sin embargo, nosotros tenemos cooperativas en las que hemos hecho posible que esos cultivos se transformen en la misma cooperativa y generen una riqueza y un valor añadido que están dando trabajo a un montón de personas.
- Tuve la posibilidad de ver en Marinaleda la envasadora y el molino de aceite. Me parecieron impresionantes. El ejemplo de Marinaleda y de algunos otros pueblos, ¿cómo es posible que no se haya extendido al resto de Andalucía siendo tan real, tan eficaz, tan productivo y tan valioso?
- Si te refieres por nuestra parte, no tenemos posibilidades porque no tenemos tierra y no nos la dan, aunque luchamos por ella
- Pero allí lo solventasteis ocupándola. Igual se podrían ocupar fincas en Almería, o en Jaén…
- Lo que pasa es que aquella ocupación de fincas entraba dentro de un programa de puesta en riego y la ley te permitía adquirir un 30 por ciento de esa tierra o en dinero o en trabajo, con lo cual la lucha, la presión social más el proyecto de riego en sí por la zona del Genil, posibilitó que nuestras cooperativas pudieran apostar por las que salieron a concurso público y conseguimos que ocho cooperativas nuestras obtuvieran las 1.250 hectáreas. Y eso no ha ocurrido en otros lugares. Y eso que también tenemos otras cooperativas, como en Pedrera, que es de secano, una parte de olivar y otra de calma, que se ha puesto una granja y criadero de animales, en la parte de Antequera, Los Corrales, en Sierra Yegua, Puerto Serrano, en Villamartín, El Bosque, en Lebrija… Pero, claro, la que tiene más importancia es la de las 1.200 hectáreas. Si en todos los lugares de Andalucía se trabajara como allí, estaríamos hablando de otra situación económica en estos momentos.
- Hay quien interpreta que eso no pasa porque no hay más Gordillos ni más Cañameros.
- También se da la circunstancia de que, por coyunturas, hay personas que surgen como representantes de los trabajadores o como dirigentes sindicales en épocas concretas en que sufren unas persecuciones concretas y a lo mejor tienen más nombre, pero en el sindicato hay muchos gordillos y muchos cañameros, mucha gente valiosísima, una militancia tanto de hombres como de mujeres que tienen un valor incalculable.
- Vamos a cambiar de tercio. En la calle se grita ‘PSOE, PP, la misma mierda es’. Vosotros lleváis muchos años poniendo al Gobierno andaluz del PSOE entre la espada y la pared, pero… ¿Vé que haya matices en esa consigna, o es así de radical la cosa?
- Creo que nunca los partidos políticos, ni las personas, son lo que dicen. Hay que medirles siempre por lo que hacen. Y nosotros, aunque el Partido Socialista sea un partido que viene del pueblo y que tiene un voto sociológicamente de izquierdas, pensamos que es, sin embargo, el mejor referente y el mejor representante de la burguesía, porque le permite hacer política totalmente de derechas pero con el consentimiento del voto progresista de izquierdas. Durante 30 años, este partido, el Partido Socialista (que nosotros le decimos la Pesoe, como si fuera la Ford o la Renault) se ha convertido en una empresa sin ideología. Todos los mecanismos que ha creado en Andalucía han sido para sus estómagos agradecidos y no se ha preocupado de trasformar esta tierra ni de mantener una base ideológicamente sólida capaz de enfrentarse a las dañinas políticas de derechas, que representan los terratenientes, ni a las políticas de la burguesía. Entonces, los matices serían que el PSOE es la cara amable de la burguesía y el PP la cara más descarnada.
- En una situación preelectoral como ésta, en la que tenemos al siempre perdedor PP llamando a las puertas de San Telmo…, si no alcanzara la mayoría absoluta, ¿qué hace la gente de izquierdas, dará Izquierda Unida el gobierno al PSOE?
- En este aspecto, yo quiero tener las ideas muy claras. A mí me parece que no se puede apoyar ni pactar con ningún partido que haga política de derechas. Los partidos del sistema capitalista, los partidos que defienden lo que llaman ellos la economía de libre mercado y que nos están llevando a una situación de crisis bestial a todos los niveles, económica, cultural, social, ecológica… no se les puede dar ni un apoyo, en lo absoluto. Yo creo que Izquierda Unida debe tener muy claro que tiene que plantear y defender un proyecto totalmente independiente, un proyecto capaz de aglutinar a toda la base social y contestataria al sistema. Dejarse atrapar por alguno de los dos partidos sería su muerte en Andalucía.
- El modelo Extremadura…
- Bueno –dice encogiéndose de hombros-, estoy de acuerdo con Extremadura. IU se tiene que abstener en todo caso, pero sobre todo tiene que tener la voluntad de ganar las elecciones. Un partido político que se presente a unas elecciones con miedo, hablando de pactos o de a quién va a apoyar es un partido que sale derrotado ya.
- Pero parece que ese no es el discurso de Valderas. Me consta que Valderas ha tenido sobre la mesa la posibilidad histórica de participar de una candidatura unitaria, con otra mucha gente, que fuera a por el Gobierno y que, al final, no ha encontrado la manera, así que cabe decir que ha elegido seguir a su bola e intentar conseguir dos o tres diputados más. Pero, ¿Para qué? ¿Para ponerlos en manos del PSOE? ¿A cambio de qué? Esa es la pregunta. Lo digo porque el SAT está ahí, dentro de esa formación.
- Es el debate que hay internamente en la coalición de Izquierda Unida. Como sindicato no estamos, pero sí está la Candidatura Unitaria de Trabajadores, la CUT, que es nuestro referente político. IU se tiene que dar cuenta de que o se convierte en un proyecto independiente, capaz de aglutinar todas las fuerzas políticas y todos los movimientos sociales que se enfrenten al sistema, o estará apuntalando el sistema. Izquierda Unida no puede ser la izquierda de la socialdemocracia.
- Pero a menudo agitan el espantajo: ¡Que viene el lobo!
- Sí, porque da la impresión de que los votos o diputados que saque IU siempre sirven para apuntalar al Partido Socialista con el argumento de que viene la derecha. Y yo creo que la derecha está instalada en el Gobierno, donde lleva instalada más de 30 años. En Andalucía y en el Estado español. Lo que hace falta son proyectos independientes, alternativos, contestatarios, dinámicos y capaces de aglutinar todas las fuerzas políticas y de enfrentarse al sistema capitalista. Eso es lo que tiene que hacer IU. Si no lo hace, y en estas elecciones IU le da el voto o al PP o al PSOE, nos parece que poco tiempo nos quedaría de estar militando en esta formación.
- ¿No sería la unidad por la base la que tendría que presionar a los dirigentes de los partidos, incluida IU, para que entiendan que por donde van no van a ningún lado, o que una alternativa unitaria es posible e imprescindible?
- Sí, yo creo que esa tiene que ser la base fundamental, de abajo arriba, ¿no? Y la vertebración social, con objetivos concretos, tanto cercanos como un poquito más lejanos. Me parece que es muy importante la unidad desde abajo. Eso es lo que intentamos nosotros dentro de Izquierda Unida: presionar, reflexionar, debatir las ideas para convencer a todo el mundo de que no se puede estar apuntalando a la derecha más moderada del sistema capitalista, que es el PSOE, la socialdemocracia. De hecho, hemos podido arrancar en la coalición que antes de cualquier pacto que se pueda plantear en Andalucía, siempre tienen que consultarlo en un referéndum a las bases. Así serán las bases las que tendrán que decidir cualquier tipo de pacto que se pueda plantear.
- No nos hemos pedido ni un café, enfrascados en la charla. Apasionados. Cañamero mueve las manos, las entrelaza y juega con ellas cuando habla. No sé si decir que me recuerda a algunos curas de entonces. Cómo un hombre sin educación ninguna puede expresarse de manera tan exacta es inexplicable hasta que percibes su energía y la enorme pasión que muestra por lo que piensa y por lo que hace. Entonces lo entiendes todo. El SAT se enfrenta a los desahucios, viaja a Euskadi a hablar con los abertzales, ocupa Endesa, ocupa el Banco de Santander… ¿Solo 20.000 afiliados porque es un sindicato de extrema izquierda?
- Creo que a la burguesía le interesa siempre ridiculizar, o criminalizar, o bien llevar al extremo a los sindicatos o a los instrumentos alternativos a su sistema para que la gente les vea como una cosa rara, utópica o irrealizable. Por eso intentan que el nombre de nuestro sindicato aparezca siempre cuando hay una acción radicalizada. La palabra radical, sin embargo, significa ir a la raíz de los problemas. Ellos quieren presentarnos como extremistas, o al menos que la gente nos vea como un poco raros. Pero somos un sindicato pacífico, que lucha por los trabajadores y no somos extremistas. Lo que somos es de la extrema necesidad porque Andalucía tiene un 32 por ciento de paro, porque en el medio rural hay algunos pueblos con un 40 por ciento, que la gente no tiene de nada. A esa gente es a la que les prestamos nuestra trinchera para que luchen desde ahí con nosotros, por mucho que nos saquen de extremistas en la televisión.
- Creo que a la burguesía le interesa siempre ridiculizar, o criminalizar, o bien llevar al extremo a los sindicatos o a los instrumentos alternativos a su sistema para que la gente les vea como una cosa rara, utópica o irrealizable. Por eso intentan que el nombre de nuestro sindicato aparezca siempre cuando hay una acción radicalizada. La palabra radical, sin embargo, significa ir a la raíz de los problemas. Ellos quieren presentarnos como extremistas, o al menos que la gente nos vea como un poco raros. Pero somos un sindicato pacífico, que lucha por los trabajadores y no somos extremistas. Lo que somos es de la extrema necesidad porque Andalucía tiene un 32 por ciento de paro, porque en el medio rural hay algunos pueblos con un 40 por ciento, que la gente no tiene de nada. A esa gente es a la que les prestamos nuestra trinchera para que luchen desde ahí con nosotros, por mucho que nos saquen de extremistas en la televisión.
- No parece muy amigo de la televisión.
- He dicho alguna vez por ahí que tener televisión en casa es como tener un terrateniente sentado a la mesa.
- Dígame una cosa. Después de toda una vida dedicada a la lucha, ¿no tiene en algún momento cierta sensación de agotamiento o de amargura?
- A veces lo que me da es algo de pena, -contesta sonriendo-. Pero es que yo creo que si analizamos la historia del movimiento obrero y analizamos la historia del mundo, la verdad es que estamos aquí de paso y llevamos muy poco tiempo. Cuando nos dicen nuestros historiadores que hace 60 millones de años que existieron los dinosaurios, pues, la verdad es que nosotros llevamos por aquí bien poco tiempo y, por lo tanto, no podemos quejarnos. Tenemos que tener la certeza de que, si empujamos todos en la misma dirección, alguna vez conseguiremos nuestros objetivos. Si yo llevo 30 años, otros llevarán más tiempo, ¿no? Otros pagaron a un alto coste su osadía de enfrentarse al sistema, mientras que nosotros, hoy, lo estamos haciendo en mejores condiciones que aquellos que no lo pudieron contar.
- No pierda la esperanza de que empeore…
- Intentaremos que no.
- Lo digo porque al capitalismo actual parece que la democracia burguesa ya no le sirve.
- Está claro. El capitalismo utiliza cualquier método que le valga para mantener sus privilegios. En una época fue la esclavitud, después el feudalismo, luego el capitalismo… Ellos siempre inventan cosas para mantenerse en el poder y para conservar sus privilegios. La democracia, hasta ahora, les estaba sirviendo, aunque no en todos los lugares del mundo. En cuanto no les interese, pues ya sabes… Ellos dicen: ‘nosotros hemos inventado la democracia para nosotros’. Por ejemplo, antes de la guerra civil española, ellos se preguntaron, con la república ‘¿Pero cómo se puede volver la democracia contra nosotros?’ Y trajeron el golpe de Estado. Esperemos que los trabajadores, los ciudadanos, las ciudadanas, realmente no lo permitamos y que sigamos avanzando en el camino que nos hemos propuesto. El caso es que han conseguido que todas las luchas actualmente sean para conservar un supuesto Estado del bienestar del que disfrutábamos, para evitar la reforma laboral, para evitar las privatizaciones, para evitar los recortes.
Ahora se trata de pelear para conservar lo que habíamos conquistado. Más que ir nosotros a la ofensiva, estamos ahora mismo a la defensiva, defendiendo algo que ya teníamos. La burguesía solo te da cuando ellos siguen ganando lo suficiente como para poder dártelo. En el momento en que la burguesía cree que no tiene lo máximo que podría tener, actúa. Cuando la revolución soviética, en el año 17, la burguesía empezó a tener un miedo espantoso en toda Europa y en el mundo. Decían, ojo que peligra todo. Esto de los comunistas de Rusia tomando el poder, es muy grave. Desde esas fechas la burguesía se fue adaptando, aceptando las pensiones, algunas pequeñas reformas agrarias, la sanidad pública, la educación pública, todo por ese miedo. Una vez que cayó el bloque socialista, entre comillas, la burguesía empezó lentamente a recuperar todo lo que había ido cediendo cuando le era conveniente. Ahora ya, lo que están haciendo es el neoliberalismo puro y duro, las privatizaciones; en suma, que el Estado solo juegue un papel administrativo, sin poder.
- ¿Cuántas veces ha estado en la cárcel?
- Estuve cinco veces.
- ¿Y detenido?
- Detenido, tendría que hacer bien el recuento, pero yo calculo que lo menos 40 veces he estado detenido.
- Le digo que había pensado hacerle esta entrevista con las manos esposadas. Saco las esposas y se las enseño. Sonríe con cierta lástima. Debe pensar que soy gilipollas. O que me parezco al follonero. O las dos cosas. Él prosigue.
- Juicios, me parece que he debido tener…, unos 60 juicios.
- Ahora, ya, ni va ¿no?
- No. Ya me he negado a ir porque lo considero un teatro, una hipocresía… Yo creo en la Justicia, pero no creo en los que ejercen la justicia. Lo que no pueden tener muchos jueces es la sentencia debajo del cajón cuando yo voy a un juicio. Pues, mire usted, me manda a mi casa la sentencia y me ahorro ir al juicio.
- ¿Cuánto dinero en multas debe ahora mismo el SAT?
- Ahora mismo estamos en 370.000 euros. Que son millones. Estamos pagando multas en Jaén, por valor de -hace cuentas- 34.000 euros más 16 años de cárcel para los compañeros, que estamos pagando a plazos para que no se los lleven. De fianzas, de multas…, interminables las multas que estamos pagando. Prácticamente nos tienen ahogados
- O sea, el SAT, 370.000 euros en multas, y CCOO y UGT ¿cuántos millones en subvenciones?
- Bueno, en Andalucía en los últimos años se llevaron 60 millones de euros cada uno, en cursos de formación, en jornadas, en programas… En fin, 60 millones de euros cada sindicato.
- Y ahora llaman a la huelga general y le entran ganas de… Pero, sin embargo, hay que darle una respuesta frontal a la reforma laboral. ¿Cómo se deshace ese nudo gordiano?
- Yo creo que esos sindicatos se han plegado al PSOE, que están en campaña electoral en Andalucía, y por eso han convocado la huelga general ahora, en plena campaña. Es triste y lamentable que estos sindicatos hayan aceptado todas las reformas con el Partido Socialista durante cuatro, cinco, seis años; han aceptado la jubilación a los 67, han aceptado la reforma de las pensiones, el tema de los funcionarios, del cheque bebé, de los 400 euros… Todo, vamos, todo. Lo que de verdad clama al cielo es que se pongan detrás de una pancarta los culpables de todo lo que está pasando en esta sociedad, que han hecho lo mismo que los Gobiernos de derechas de toda Europa, porque Rodríguez Zapatero ha hecho lo mismo que Sarkozy, que la Merkel, igual que el Berlusconi… Que ahora se manifiesten criticando la actitud del PP, cuando lo que ha hecho el Partido Popular es darle una vuelta más de tuerca a lo que el PSOE ha comenzado. Ellos acaban de rematar la reforma laboral que aplicó Zapatero con el beneplácito de esos sindicatos aplicando el 50 por ciento que les faltaba.
- Sin complejos. Pero, sin embargo, tenemos que ir con ellos a la huelga.
- Sí. El 29 hay huelga en el País Vasco, en Canarias y en Galicia… Pues nosotros participaremos, iremos a la huelga y a la movilización contra la reforma laboral pero no solamente, porque en Andalucía, en los medios rurales, en este momento la reforma laboral les dice poco. Aunque es verdad que es un ataque muy fuerte a los derechos de los trabajadores. Pero nosotros tenemos que luchar por la reforma agraria, por la tierra, por las cooperativas, porque las pensiones no estén por abajo del salario mínimo, porque las jubilaciones sean a los 60 años en sectores como el campo, las minas o la construcción, que no es posible que ahí trabaje nadie a los 67 años, para que a la gente no les quiten sus casas mientras no tengan un salario suficiente… Razones sobran por todos los lados, ¿no?
- Dígame, Diego, ¿Usted sigue teniendo fe en el pueblo andaluz?
- Es verdad que el pueblo andaluz ha sido siempre un pueblo con demasiada resignación. Algunos dicen que es un pueblo sumiso. Yo difiero de bastantes historiadores que hablan de que fue un pueblo que luchó mucho pero creo que fueron brotes concretos, sea lo de Casasviejas, sea lo del Marco de Jerez, o el Arahal o la parte de Buhalance, la sierra de Jaén que sale en la última novela de Almudena Grandes…, o más recientemente, pueblos como Marinaleda, El Coronil…, aunque yo creo que el pueblo andaluz, básicamente, es un pueblo bastante resignado. Pero yo confío en el pueblo andaluz. Confío en que un día las andaluzas y los andaluces nos levantemos. ‘Andaluces, levantaos, pedid tierra y libertad’. Es muy importante que ese himno que tenemos en Andalucía seamos capaces de tomarlo con fuerza.
- ¿Qué haría falta para que los andaluces se levantaran? ¿Qué hace falta para que las andaluzas se levanten?
- Yo creo que la única forma de que se levanten es que tomen conciencia de su realidad. Cuando tomen conciencia de que viven en una de las tierras más ricas de Europa, de que tenemos un clima casi tropical donde se puede cultivar de todo y todo crece, de que tenemos una gente envidiable, 1.000 kilómetros de costas, yacimientos mineros de todo tipo, que tenemos de todo y somos más pobres que nadie. Cuando el pueblo andaluz tome esa conciencia de su realidad y de que es posible darle la vuelta, entonces es cuando se levantará. En esa esperanza y en esa fe nosotros vivimos todos los días.
- Sí. El 29 hay huelga en el País Vasco, en Canarias y en Galicia… Pues nosotros participaremos, iremos a la huelga y a la movilización contra la reforma laboral pero no solamente, porque en Andalucía, en los medios rurales, en este momento la reforma laboral les dice poco. Aunque es verdad que es un ataque muy fuerte a los derechos de los trabajadores. Pero nosotros tenemos que luchar por la reforma agraria, por la tierra, por las cooperativas, porque las pensiones no estén por abajo del salario mínimo, porque las jubilaciones sean a los 60 años en sectores como el campo, las minas o la construcción, que no es posible que ahí trabaje nadie a los 67 años, para que a la gente no les quiten sus casas mientras no tengan un salario suficiente… Razones sobran por todos los lados, ¿no?
- Dígame, Diego, ¿Usted sigue teniendo fe en el pueblo andaluz?
- Es verdad que el pueblo andaluz ha sido siempre un pueblo con demasiada resignación. Algunos dicen que es un pueblo sumiso. Yo difiero de bastantes historiadores que hablan de que fue un pueblo que luchó mucho pero creo que fueron brotes concretos, sea lo de Casasviejas, sea lo del Marco de Jerez, o el Arahal o la parte de Buhalance, la sierra de Jaén que sale en la última novela de Almudena Grandes…, o más recientemente, pueblos como Marinaleda, El Coronil…, aunque yo creo que el pueblo andaluz, básicamente, es un pueblo bastante resignado. Pero yo confío en el pueblo andaluz. Confío en que un día las andaluzas y los andaluces nos levantemos. ‘Andaluces, levantaos, pedid tierra y libertad’. Es muy importante que ese himno que tenemos en Andalucía seamos capaces de tomarlo con fuerza.
- ¿Qué haría falta para que los andaluces se levantaran? ¿Qué hace falta para que las andaluzas se levanten?
- Yo creo que la única forma de que se levanten es que tomen conciencia de su realidad. Cuando tomen conciencia de que viven en una de las tierras más ricas de Europa, de que tenemos un clima casi tropical donde se puede cultivar de todo y todo crece, de que tenemos una gente envidiable, 1.000 kilómetros de costas, yacimientos mineros de todo tipo, que tenemos de todo y somos más pobres que nadie. Cuando el pueblo andaluz tome esa conciencia de su realidad y de que es posible darle la vuelta, entonces es cuando se levantará. En esa esperanza y en esa fe nosotros vivimos todos los días.
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