Por Daniel Montero
La pasada semana la revista Interviú revelaba en un tan interesante como sorprendente reportaje las amistades peligrosa del Duque Iñaki Urdangarin, yerno del rey Juan Carlos, con conocidos traficantes internacionales de armas. Tales relaciones fueron conocidas al descubrirse que Urdangarín realizaba depósitos de dinero en una cuenta suiza. El Duque había usado como coartada a un contratista militar jordano investigado por EE.UU.
El sábado 10 de enero de 2009, los responsables de la embajada estadounidense enAmmán (Jordania) se pusieron en contacto con Washington. Desde la capital jordana, los diplomáticos escribieron a sus jefes en el Departamento de Estado para dar cuenta de sus investigaciones. El correo cifrado llevaba dos palabras en clave: Blue Lantem, el nombre del programa que controla el tráfico de armas a escala mundial. Todo contratista, comerciante o empresa que trabaje legalmente con armamento en cualquier parte del globo tiene que estar registrado en él y aportar la documentación relativa a sus operaciones. El objetivo es que en esa cadena de favores, de contratos y de intermediarios, ni una sola bala vaya a parar a las guerrillas y los grupos terroristas.
Desde la capital jordana, los funcionarios del Departamento de Estado trataban de verificar la "buena fe" de uno de los contratistas que operan sobre el terreno. Se trataba de un conseguidor contratado por varias compañías estadounidenses: un sirio llamado Bassam A. R. Pharaon. Sus contactos con el régimen jordano son sobresalientes. Los informes confidenciales confirman que Pharaon desarrollaba directamente tecnología militar bajo la supervisión del rey Abdalá II, mantenía una estrecha relación con el príncipe Faisal, hermano del actual rey y comandante en jefe del ejército, y con el director de Seguridad Pública del Gobierno jordano, ya que su esposa - Dina Abdul Kader Tash- es familia directa de este alto funcionario. La firma americana Sikorsky utilizó los servicios del sirio para colocar ocho helicópterosBlack Hawk al régimen jordano, al igual que L3 Communications, una compañía que tiene a la Nasa, la CIAy el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos entre sus principales clientes.
Poco antes, el 8 de diciembre de 2009, los agentes estadounidenses acudieron a las oficinas que Research and Consulting Services (RSC), la empresa que Bas-sam A. R. Pharaon tiene desde 1986 en el centro de Ammán. Y allí se entrevistaron con un empresario jordano, un hombre llamado Mansour Tabaa. Este individuo custodiaba la empresa en ese momento y se identificó como familiar -tío- de Bassam Pharaon.
Un año después, cuando la organización Wikileaks hizo públicos cientos de miles de correos electrónicos enviados por la diplomacia estadounidense en todo el mundo, allí estaban, con el código K-1225, mezclados entre un mar de informes, los documentos que mencionaban a Mansour Tabaa, un empresario anónimo; un conseguidor con excelentes relaciones en Oriente Próximo, vinculado directamente con el Gobierno jordano y dedicado junto a su sobrino a la venta de tecnología militar; pero un completo desconocido para la Justicia española. Al menos hasta que el duque de Palma, Iñaki Urdangarin, le señaló en su declaración judicial como el hombre que recibió 125.000 euros en una cuenta opaca en Suiza.
LA SOMBRA DE LA DUDA
Fue el 26 de febrero cuando, tras casi 13 horas de preguntas, el duque de Palma aportó el nombre: Mansour Tabaa. "Con dos aes al final", precisó Iñaki Urdangarín sin más datos, mientras un funcionario del Juzgado de Instrucción número 3 de Palma de Mallorca tomaba nota. Todo debía quedar registrado con precisión, ya que el juez José Castro ordenó no grabar la comparecencia para proteger la imagen del duque. Momentos antes, los fiscales de la operación Babel preguntaban directamente al marido de la infanta Cristina por una cuenta en Suiza; un depósito opaco abierto en una sucursal de Credit Suisse en Lausana donde la compañíaAguas de Valencia ingresó 300.000 euros. Los investigadores creían que el dinero, oculto tras una empresa pantalla irlandesa, fue a parar a manos del duque de Palma. En su defensa, Urdangarin aportó una versión distinta: "Alguien cuyo nombre no recuerdo se mostró interesado en internacionalizar las actividades de la empresa [Aguas de Valencia] y yo lo que hice fue ponerle en contacto con un tal Mansour Tabaa. Entiendo que esta persona se puso en contacto con Julita Cuquerella [asistente del duque] Para facilitar los datos de la cuenta corriente" Una versión que los pagadores del servicio desmontan. El pasado jueves, día 8, el diario El Mundo publicó que el presidente de Aguas de Valencia, Eugenio Calabuig, aseguró ante el juez que pagó en Suiza la comisión del duque de Palma por un negocio nunca realizado en Jordania.
Sobre el papel, el depósito opaco está a nombre de una empresa pantalla, una compañía llamada Altemative General Services LTD. Solo dos firmas tienen ese nombre en todo el mundo: una de ellas está en Gibraltar, pero permanece inactiva desde hace años. La segunda, abierta en Dublín (Irlanda) en 1993, está controlada por dos personas: un abogado belga de 73 años llamado Robert Cockx y Lina Noemí Cordero, abogada de Santo Domingo(República Dominicana) y relacionada, por su antigua condición de diplomática, con la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores de su país. Los accionistas de la sociedad -y por tanto los que controlan la cuenta en Suiza abierta a su nombre- son el abogado Robert Cockx, con 1.020 acciones, y su hermano Philippe, residente en una población rural de 5.300 habitantes ubicada al sur de Bruselas.
EL TESTAFERRO BELGA SEÑALA AL DUQUE
El sábado 3 de marzo, agentes del Cuerpo Nacional de Policía acompañados de un fiscal llamaron a la puerta de la casa que el empresario belga Robert Cockx utiliza en la sierra de Madrid. El testaferro de la cuenta en Suiza dejó pasara regañadientes a la comitiva, que revisó con Esmero algunas estancias. Según fuentes cercanas a la investigación, el abogado belga, que figura en varias compañías gibraltareñas, otras en Panamá yen 40 sociedades solo en Irlanda, reconoció de forma preliminar que el beneficiario último de la cuenta investigada -a Nombre de una sociedad en Irlanda- es el duque de Palma y que sus honorarios por figurar en la sociedad y controlarla rondan el 5 por ciento del negocio. Además, Robert Cockx aparece en dos sociedades españolas; una concesionaria de vehículos y una asesoría fiscal, que ha cambiado de domicilio cuatro veces en los últimos años. "Nosotros, a través de fideicomisos, creamos sociedades fuera de España para nuestros clientes con el objetivo de que paguen menos impuestos" declaraba Cockx hace siete años a una revista."Nuestros servicios los necesitan personas con altos beneficios; gente del mundo de los deportes o del espectáculo que quieren pagármenos impuestos [...],ese sería el motivo principal' pero a través de nuestro sistema de fideicomisos, es posible mantener el anonimato de nuestros clientes" decía el asesor en la misma entrevista. Ahora, será la Justicia la que determine si a su cliente le asiste realmente ese derecho.
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