LA HIPNOSIS COLECTIVA ES UN ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA
Esta es la noble verdad de la causa del dolor (…) a saber: anhelo de placer, anhelo de existir, anhelo de prosperidad.
Sidartha Gautama, el Buda
A lo largo del siglo pasado el sadomasoquismo constituyó un objeto de interés terapéutico, sobre todo para el psicoanálisis. Pero la acumulación de descripciones clínicas y de tentativas explicativas no han llegado a confluir en un modelo teórico único, de modo que el término ha adquirido diversos significados no siempre muy precisos. En todo caso, la voluptuosidad del dolor, que no había suscitado ningún interés a lo largo de la historia, pasó a descubrirse en multitud de actitudes y de pensamientos que suponían alguna forma de renuncia o de sufrimiento, asociados a la sexualidad o no. Y ese descubrimiento perturbaba las nociones tradicionales del dolor como castigo divino. Los linajes humanos, expulsados del paraíso, exploraban rutas de placer por los valles de lágrimas y los exploradores más decididos bailaban con la diosa Dukkha en un prostíbulo de la frontera. Lo que antes no se veía ahora resultaba evidente: el sufrimiento estaba relacionado con el deseo, si más no con el deseo de sobrevivir. Pero, sobre todo, la entrega de sí mantenía relaciones con el placer; renunciar al placer era una de las formas de alcanzarlo. Y así, el perverso y la libertina aparecían en compañía de la madre y del idealista, de la monja y del héroe. Tal vez se propusieron demasiados personajes para un solo relato. ¿O existe una unidad oculta bajo esas distintas máscaras?
Con ella merecería la pena el santo sacrificio
En todo caso, los psicoanalistas asocian diferentes procesos psíquicos a las prácticas sadomasoquistas: a veces hablan de un superego riguroso, es decir, de una dimensión normativa de nuestro psiquismo que generaría un sadomasoquismo interno, intrapsíquico. Una parte de nuestra personalidad intentaría controlarnos, a veces de forma implacable. Pero en otros casos, los psicoanalistas destacan que la agresión se asocia al sadismo cuando se dirige hacia un objeto externo y al masoquismo cuando se dirige contra uno mismo. También suelen hablar de regresiones o de fijaciones a una fase anal del desarrollo psíquico y, aunque hoy resulte polémico, el psicoanálisis -siguiendo a Krafft-Ebing- asoció el masoquismo a la feminidad y el sadismo a la masculinidad, en unos términos que también se han vinculado a unas tendencias activas y pasivas, que no coincidirían necsariamente con el género.
Y desarrollando esas intuiciones dispersas, el psicoanálisis propuso finalmente una teoría de los instintos basada en la existencia simultánea de pulsiones de vida y de muerte. Es decir, nuestra vida psíquica estaría pautada por la existencia de pulsiones instintivas contrapuestas que nos constituirían en un campo polarizado entre el sol y la sombra, entre eros y tánatos, entre las pulsiones de vida y las de muerte, y en esa dialéctica se suele asociar el sadomasoquismo con la sombra, con tánatos, con la muerte. Pero debemos avanzar con prudencia: sufre el que va a morir no el que ya ha muerto y sufren los que sobreviven. Decir que el sufrimiento está asociado a la muerte es una metonimia que designa una cosa con el nombre de otra: llaman muerte al temor a perder la vida; y lo que duele es la vida. Es la vida la que trenza el placer y el dolor. Incluso cuando se está pariendo con placer o con anestesia la palpitación del dolor acompaña el milagro. Como dijo Buda en el sermón de Benarés la causa del dolor está en el anhelo de placer, en el anhelo de existir, en el anhelo de prosperidad… Esperamos que algún dios misericordioso nos haya evitado más sufrimientos en la otra vida, porque en ésta estamos condenados a que cada placer vaya acompañado de su sombra y la vida acompañada de la muerte.
Unos cuantos latigazos, y luego... ¡ al Bar más próximo !
En algunos paises cortan la carne o el pescado de modo que nunca pueda reconocerse al animal muerto, que no puedan distinguirse sus ojos, sus aletas, sus pies, sus testículos; el producto se sirve en forma de rectángulos o de filetes, y en todas partes separan los mataderos de los restaurantes, de modo que podamos alimentar la ficción de nuestra inocencia.
Nota del Administrador.- No he conocido espectáculo popular, además de los toros, en los que el pueblo español quede tan fielmente representado como en estas fiestas de borrachera, vacaciones, sexo y comilonas que, jaleadas con las famosas saetas y los ataques de nervios habituales, es capaz de llevarlos al Paraíso. Como dijo el poeta:
EL ESPÍRITU DIVINO
HACE A LA GENTE DEVOTA,
Y EL ESPÍRITU DEL VINO
HACE A LA GENTE DE BOTA
AQUI EN ESPAÑA CONVERGEN AMBOS
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