Escrito por Oleg Stepanenko, para Pravda. Traducción Josafat S. Comín
“Necesitamos una democracia creativa”.
Estas palabras bien podrían ser el epígrafe al mensaje anual al pueblo bielorruso y la Asamblea Nacional de la república, con el que el presidente de Bielorrusia Alexánder Lukashenko intervino en el parlamento.
Al señalar que su presente intervención se desarrolla en un escenario social y político especial, Alexánder Lukashenko recordó los intentos de “doblegar” al estado bielorruso y sus políticas internacionales y nacionales independientes, para hacerlos bailar al son que ellos quieren. Con ese fin, desde finales del año pasado y comienzos del presente, el país se ha visto sometido a una extraordinaria presión externa: Primero fueron las amenazas políticas, la no aceptación de los resultados de la última campaña presidencial, las listas de personas a las que se negaba el visado de salida, las sanciones económicas. Luego vino la provocación interesada de pánico en el mercado de consumo y el de divisas, desatado por los “analistas” locales “demócratas” y los analistas extranjeros. Les siguió después el “baile sobre las tumbas”, con la explosión en la estación de metro “Oktiábrskaya”.
“Todo esto no dejan de ser eslabones de una misma cadena”, remarcó Alexánder Lukashenko. “Por lo visto hay gente muy interesada en desestabilizar la situación en el país, sembrar el caos, la desconfianza de la gente hacia el gobierno, para después, aprovechando los problemas que surjan, utilizarlos para estrangular nuestro país, nuestra independencia, desatarse las manos para la injerencia directa en nuestros asuntos internos y dictar su voluntad al pueblo bielorruso. Por decirlo de un modo sencillo y coloquial, quieren que seamos igual que el resto a nuestro alrededor, que seamos como ellos a fin de cuentas. Hoy por hoy somos un hueso atravesado en su garganta.”
Ellos, estos globalizadores y sus secuaces, intentan imponer a Bielorrusia la misma “democracia” con la que han hecho “felices” a nuestros vecinos. La esencia de esa “democracia” quedó bien retratada en el mensaje: “En lo que atañe a la economía, especialmente de las repúblicas ex soviéticas, significa obligatoriamente despedazar y regalar. El término ya existía y nos lo trajeron. Se denomina privatización. Pero nadie se paró a pensar: pero si esto no es mío. Y ni usted, ni yo, ni nadie tiene derecho a atentar contra esa propiedad. ¿Ya me dirán que político en Bielorrusia tendrá hoy la fuerza de voluntad y la responsabilidad, para todo aquello que pertenece al pueblo, dividirlo en trozos y repartirlo? Y así con todos lo demás. Nosotros no nos parecemos a ellos”.
Esta diferencia es el motivo de esa presión masiva, que no ha hecho si no incrementarse, al constatar que los bielorrusos no ceden, que resisten esta arremetida sin precedentes del exterior. “¿Cómo es eso posible? ¿Un país sin recursos puede sobrevivir? ¿Cómo es que no se ha unido a la lista de países que hoy están destruyendo con éxito, y a los que están bombardeando?” - comentó de modo sarcástico Lukashenko, la perplejidad que deben tener esos “democratizadores”, que intentan someter a esta pequeña república eslava.
En el transcurso de la campaña electoral, señaló, los bielorrusos ya pudieron comprobar los dobles raseros de los consejeros extranjeros:
“La democracia de exportación” es un compendio de recetas, que en la práctica conduce al debilitamiento del potencial de los estados, mediante la anarquía, los desórdenes y el colapso económico. Muchos de nuestros vecinos del espacio postsoviético, y algunos otros, ya han pasado por esto. Necesitamos una democracia constructiva, no destructiva, que refuerce nuestro país.
Volviendo sobre este tema, el presidente subrayó, que el gobierno bielorruso no está en contra de la democracia y todas las formas de poder popular, en las que la voluntad de la mayoría se convierte en la base de la vida del estado, y la opinión de la minoría se tiene en cuenta en los procesos sociales. “Nos oponemos a la arbitrariedad, dijo. Estamos contra el desenfreno de la criminalidad, contra la desestabilización y la violación de los principios de justicia social”.
El curso hacia un auténtico poder popular y la justicia social ayuda a enfrentar las dificultades, que se han creado fruto de la crisis económica mundial y la presión asfixiante que existe sobre Bielorrusia. Sigue siendo uno de los líderes de los países de la CEI en niveles de producción industrial. La seguridad alimentaria del país no solo está plenamente asegurada, sino que cada vez una mayor parte de su producción se dedica a la exportación. El año pasado el volumen de ventas en el extranjero se acercó a los 3200 millones de dólares. Se enfrenta con éxito el problema de la vivienda. En los centros comarcales y regionales prácticamente no hay listas de espera para recibir vivienda. En uno o dos años te adjudican tu apartamento. La natalidad está creciendo: en los últimos cinco años han venido al mundo más de medio millón de niños.
Uno de lo logros del país es contar con el índice de desempleo más bajo de la CEI y de Europa. También han sido importantes los avances en la salud. Los especialistas de Rusia e Israel que llegaron después del atentado en el metro de Minsk, tuvieron que reconocer que los hospitales de aquí cuentan con los últimos avances en equipamientos y tratamientos, sin desmerecer en absoluto los estándares internacionales. No es casual, que vengan a tratarse y dar a luz cada vez más gente de los países limítrofes.
Sin embargo no todas las metas que se habían trazado se han podido cumplir. La captación de inversión extranjera no ha cumplido con las expectativas, lo que ha impedido en gran medida, acceder a las últimas tecnologías y recibir acceso los mercados externos de bienes y servicios. La dependencia de la producción de la coyuntura sobre la importación de recursos minerales y combustible, está frenando el desarrollo económico.
Después de todo no somos nosotros los que marcamos los precios, son ellos los que nos marcan a nosotros. Hoy Occidente y los saudíes ya reconocen que en el precio del petróleo hasta un 30% responde al interés especulativo. Reconocen el 30, pero si echamos cuentas llegaríamos al 50%. Los que hoy venden petróleo están haciendo negocio con esto. Lukashenko se refirió para ilustrar sus palabras al reciente informe del primer ministro de Rusia, donde se hablaba de que el país recibía ingresos desorbitados por la venta de recursos energéticos y materias primas. Nosotros no contamos con nada de eso. Somos muy vulnerables en este sentido.
Somos vulnerables no solo por tener que hacer frente a tan altos precios por el petróleo, gas y materias primas. No deja de ser importante otro factor: Rusia es el principal socio económico de Bielorrusia, y esa desigualdad, contraria al Tratado de Unión, de los precios sobre los recursos energéticos y de materias primas, conduce a la desigualdad de las condiciones de gestión económica y a unas pérdidas irreparables por parte bielorrusa. Esta es una de las causas fundamentales de nuestro saldo negativo en el comercio exterior. En el informe se mencionaron medidas encaminadas a ir eliminando esa desproporción en la balanza comercial. Entre ellas, una completa utilización de los recursos existentes, el perfeccionamiento estructural de la producción, su acercamiento a las realidades de la economía mundial y de los mercados, la apuesta por la innovación tecnológica, las inversiones, la iniciativa, una férrea política crediticia, yla apertura a nuevos metodos de dirección más eficaces.
Aquí por desgracia las cosas dejan bastante que desear. Baste tomar como ejemplo al nuevo gobierno, encabezado por Mijail Myasnikóvich, quien en los 90 destacase por ser un partidario del mercado, liberal, que se ha rodeado de gente de la misma tendencia. Debía haberse ocupado de resolver el problema que ha surgido en la esfera financiera. Debido a la compra masiva de vehículos en el extranjero (desde el primero de julio aumentarán los aranceles aduaneros), se ha agudizado el reflujo de la divisa circulante. Esto se ha visto agravado por lo “pronósticos” de los analistas y los rumores de una supuesta terapia de choque en los precios y la poca fiabilidad del rublo bielorruso, que se han encargado de extender los opositores “demócratas”. La gente se ha lanzado a comprar, no solo artículos, también divisa, dólares y euros. Por suerte se disponía de un remanente de rublos, proveniente de los créditos para la vivienda etc,. Ya solo en este pasado mes de marzo, se supero el límite semestral de compra de divisas. Comienza a escasear para las necesidades de las empresas y en los puntos de cambio.
Pero el gobierno, al que el presidente encargó solucionar el problema de un modo civilizado, podría decirse que se ha lavado las manos: “Esto no es cosa nuestra, es el mercado, la oferta y la demanda, que los sujetos económicos decidan por sí mismos, nosotros nos mantenemos al margen”.
Un gobierno como este no nos sirve, dijo de corazón Lukashenko. Eso es lo que pone en los manuales que nos vienen de Occidente. Pero la vida nunca ha aceptado esas teorías a pies juntillas.
En esta nueva etapa el estado no va a desprenderse de la regulación de los procesos económicos. Al mismo tiempo, la misiva apunta a reforzar el papel del mercado y de la propiedad privada. Como medida táctica, para la atracción de inversiones, puede que sea imprescindible. Aunque en el plano estratégico, en opinión de una serie de analistas, podría acarrear a la larga consecuencias negativas. Ya hoy esas tendencias (tanto occidentales como rusas) burguesas defensoras de la propiedad privada, están comenzando a corromper la sociedad bielorrusa. No son extraños los casos, como también señalara Lukashenko, cuando los empresarios anteponen a todo el lucro por todos los medios. En nombre de la ganancia, en esa lucha por la propiedad, muchos están dispuestos a todo. La sociedad se corrompe gracias a otros “hechizos” de la sociedad capitalista: Ya en las escuelas bielorrusas, especialmente en Minsk, se ven casos de feroz individualismo, de competencia animal, crece la drogadicción. Y la principal tarea del estado, como se señala en el discurso, es crear una atmósfera de vida sana: Eso es algo imprescindible para garantizar la seguridad de la sociedad e impedir manifestaciones de extremismo, que puedan desembocar en terrorismo.
La oposición “democrática” obstaculiza por todos los medios la formación de ese medio sano. No son más que la “quinta columna”, creados y financiados desde el exterior, principalmente por Occidente. “Digan lo que digan, al final todo se reduce a una cosa: financiamiento, financiamiento, financiamiento. Es su negocio. Y lo que debemos hacer es cerrarles ese comedero. Ningún proceso político, ningún medio de comunicación, puede financiarse desde el exterior, declaró Lukashenko.
Como viene siendo habitual, una parte del discurso estuvo dedicada a la política internacional. El socio estratégico clave de Bielorrusia, destacó Lukashenko, es Rusia: “Debemos conservar y desarrollar los logros y proyectos en curso, tanto dentro del proceso de unión e integración en el espacio postsoviético, como en el marco de la Unión aduanera”. Desde el punto de vista de los intereses nacionales, una importancia clave juega el desarrollo de las relaciones y los contactos bilaterales con los países de la CEI. Se podrá, en opinión de Lukashenko, restablecer unas relaciones normales y de respeto mutuo con la Unión Europea y los EE. UU. Pero la tarea más importante es el acercamiento a los países del “arco exterior”, tales como China, Venezuela, India, Vietnam, Brasil, con los que ya hoy Bielorrusia mantiene una relación muy beneficiosa.
En la misiva se plantean como reto hacer del presente plan quinquenal el despegue decisivo del país para alcanzar el nivel de los países europeos más desarrollados. Para eso en primer lugar se hace necesaria una democracia creativa, convertida en parte insustituible del modelo de desarrollo del estado y de la sociedad.
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