Que la sanidad cubana es la más avanzada de Latinoamérica, es asunto que avala la propia Organización Mundial de la Salud. Durante mis años de estancia en la isla lo comprobé en varias ocasiones.
Por ejemplo, el primer día en que fui al médico de familia (el/la que atiende cerca de tu domicilio) para preguntar de qué forma podría obtener mi tratamiento contra la hipertensión.
En Madrid, mi médico de la seguridad social me recetó Renitec, desde 1990, como así le dije a la doctora cubana que me atendió esa mañana. Una muchacha bastante joven que al oír el nombre del medicamento, comentó: “¡Ah, ya!, maleato de enalapril… ¿Y algo más?”. Negué con la cabeza, y sin decir más, extendió el volante donde se leía Enalapril, mientras sonriendo me daba los buenos días. Le agradecí su rapidez y eficacia, fui a la farmacia, pagué el equivalente a 1 peseta y me dirigí al trabajo tan contento con mi tubo de pastillas.
Eso mismo me ocurrió en México DF, pero cuando pronuncié el nombre del medicamento español que utilizaba, el galeno me miró con la misma cara que se le pone a un pulpo al llegar a un garaje.
Podría referir diez casos más en los que jamás tuve el menor problema a la hora de tratarme (uno ya es anciano), incluyendo una neumonía, una gastroenteritis, y algunos resfriados que desaparecían como por ensalmo gracias a unas píldoras llamadas Cogrip. Otro descubrimiento cubano que destaco por sencillo y rápido a la hora de acabar con ese martirio que llamamos “trancazo”.
LA MEDICINA CUBANA SORPRENDE AL MUNDO
En un artículo en el que hablo del Escozul, tratamiento eficaz en varios tipos de cánceres y tumores, dejé constancia entre los comentarios que se enviaron, de que no se trataba de un remedio milagroso sino de un producto científicamente probado (incluso en los EEUU, en cuyo territorio no existe ese tipo de alacrán o escorpión) durante más de 20 años.
La mejora y calidad de vida en los enfermos que no han desarrollado metástasis, se ha probado con casos más que suficientes, pero en el capitalismo, además de la manipulación periodística, existe otro asunto aún más grave como es el silencio mediático cuando de alabar y comunicar hallazgos como los que Cuba viene haciendo desde hace años, sin muchos medios, con un bloqueo criminal, pero con unos investigadores, médicos, químicos y expertos cuya capacidad y profesionalidad son ejemplares.
Las crónicas de El País desde La Habana, son una prueba constante de esa estrategia periodística que significa mentir, desinformar, ocultar y manipular la realidad en la isla más digna del globo. Hay periodistas esclavos, que además gozan de esa dependencia miserable, besando la mano del que te arrastra.
Como periodista libre, al que nadie paga por silenciar temas como los mentados, voy a hablaros del vitíligo, afección dermatológica que muchos conocen a través de amigos, familiares, cuya piel comienza inopinadamente a blanquearse, como resultado del descenso de la melanina que poseemos para defendernos de las agresiones solares, por ejemplo.
UN PUEBLO CULTO Y SANO ES UN PUEBLO LIBRE
Una enfermedad que padece más del 1% de la población mundial, caracterizada como digo por la aparición de áreas blanquecinas rodeadas por pigmentación normal, que se localizan principalmente en el rostro, las articulaciones y la región genital. La piel afectada por el vitíligo resulta hipersensible a la radiación ultravioleta y puede quemarse fácilmente por la exposición al sol.
Los científicos cubanos comenzaron a estudiar esa ausencia de melanocitos (una célula encargada de la producción de melanina), hasta encontrar un producto muy eficaz al que llamaron Melagenina Plus (Melagenina + Cloruro de Calcio), un extracto de placenta humana, que tiene la propiedad de incrementar la reproducción de los melanocitos, así como de acelerar el proceso de producción de la melanina, por lo que resulta el medicamento más útil en el tratamiento del vitíligo.
Y habrá quien se pregunte por qué no existe ese producto en España. Las multinacionales farmacéuticas, esas que estafan a los enfermos, las que venden vacunas que no sirven a ministras sin pudor ni ética alguna (¿te acuerdas Trinidad Jiménez de los 30 millones de dosis de Tamiflú que compraste a tu amigo Donald Rumsfeld?), niegan el derecho de Cuba a patentar ese medicamento en el régimen capitalista, y menos aún a exportarlo, sin que esos monopolios reciban por ello el 90% de los beneficios que pudiera reportar el tratamiento.
El negocio de la salud que explotan Bayer, Pfizer, Sanofi-Aventis, Novartis, es mil veces más pingüe que el de las armas. Esas mafias actúan como las editoriales de música que se integran en las compañías de discos.
A la hora de contratar a un autor, le exigen firmar la cesión de más del 75% de sus derechos de autor a favor del sello discográfico. De lo contrario, no hay contrato. Luego llega la cadena SER, por ejemplo, que posee su propia editorial, haciendo lo mismo. Es decir, en sus emisoras no suena aquel que no paga. Y la SGAE, mirando el dedo que señala el cielo, porque en definitiva, esa empresa no favorece a los autores, sino que apoya esa cesión para proporcionarle a las empresas musicales cientos de millones de euros.
El vitíligo puede ser tratado con toda confianza en Cuba, en la seguridad de que el 86% de los casos han mejorado de forma espectacular, recuperando pigmentación a base de ese medicamento que ocultan, silencian y callan los medios “independientes”, esa Falsimedia tan preocupada por la verdad y la objetividad.
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