Un grave ataque la principio de libre circulación.
FRANCIA OCUPÓ SU PAÍS, LO EXPOLIÓ Y LO ABANDONÓ
El pasado 17 de abril, Francia suspendió la circulación del servicio ferroviario proveniente de Italia, para evitar la llegada de emigrantes tunecinos.
La Comisión europea ha determinado ayer mismo que el gobierno de Nicholas Sarkozy no había violado el acuerdo de Schengen que determina la libre circulación de personas en el seno de la Unión.
Las reacciones de signo contrario fueron llenando páginas de todos los diarios internacionales.
Una medida desproporcionada que Bruselas ha considerado conforme a los principios que inspiraron esa libertad de tránsito, pero que no se sostiene ante el principio de solidaridad que debería prevalecer en la Unión.
Un caso que afectará a las relaciones entre vecinos, que incluso en Gran Bretaña ha suscitado una clara protesta contra la política francesa, ya que hace sólo unos meses, desde Le Havre hacia las islas, emigraron cientos de personas expulsadas del territorio galo, sin que las autoridades del reino hicieran otra cosa que acoger temporalmente a aquellos ciudadanos, algunos de los cuales consiguieron solventar el papeleo que les permitió asentarse en territorio británico y encontrar trabajo.
ENTRE HERMANOS DE AZNAR ANDA EL JUEGO
Francia ha cometido un gravísimo error no admitiendo a personas procedentes de un país que ella había ocupado, expoliado y dominado durante cientos de años. Ha impedido el acceso a unas pocas decenas de emigrantes tunecinos, francófonos además, como España impide la entrada de personas de habla castellana, que llegan desde países a los que la monarquía robó y saqueó durante siglos.
Lo que es lamentable es la ausencia de voluntad común para hacer frente a una situación excepcional. Cecilia Malmström, comisaria europea de asuntos internos, única voz discordante con la medida, resumió perfectamente la situación, explicando que la acogida de inmigrantes se acepta o se niega sobre una base soberana, pero la solidaridad debe ejercitarse siempre sobre la base de la buena voluntad.
CECILIA MALMSTRÖM
Una exquisita manera de afirmar que en Europa, ese continente aparentemente unido, cada gobierno hace lo que quiere, por lo que se puede decir que la Europa política agoniza. Este viejo continente acogió a decenas de miles de refugiados de Kosovo durante la crisis de los Balcanes. ¿Por qué un gobierno que dice cumplir los derechos humanos no aporta una solución digna y respetuosa con los derechos humanos?
La respuesta es sencilla, pero nadie quiere reconocerla: Europa viola constantemente los acuerdos que firma, en esa y en cien materias más. ¿Democracia? ¿Unidad? ¿Libertad?
Estoy seguro de que los tunecinos se estarán preguntando cómo Europa interpreta esos términos; incluso puede que alguno de ellos, por Twitter o Facebook, haya enviado un SOS a los rebeldes libios: Cuidado, hermano; ojo con los que hoy os amparan. Mañana seréis vosotros las víctimas, y ellos los nuevos Gadafis.
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