Desde mayo de 2010 quienes todavía defienden el colaboracionismo del PSOE con los mercados sólo tienen un argumento: no se podía hacer otra cosa. “Si hubiera gobernado Izquierda Unida habría hecho lo mismo, la presión de los mercados es insoportable“. Y en estas llega Correa y le recuerda al mundo que hay países cuyos pueblos han optado por la dignidad y que ésta, aún siendo muy costosa política y personalmente, es perfectamente rentable también económicamente.
No es una cuestión sólo latinoamericana: en Europa tenemos a Islandia, que también está saliendo adelante gracias a su insumisión. Mientras juzga a los banqueros y cargos políticos que llevaron al país a la quiebra y elabora participativamente una nueva constitución, Islandia se recupera y sale del agujero al mismo tiempo que los países que se entregan a las recetas neoliberales de Merkel y Sarkozy (la UE), del FMI y del Banco Mundial insisten en cavar su agujero económica impidiendo la recuperación y profundizando en la injusticia.
Por supuesto la dignidad no es fácil. Al propio Correa le ha costado ataques muy importantes de los uniformados que supusieron agresiones físicas personales y la amenaza de que el éxito golpista supusiera su muerte. A Correa le pasó como a todos: no hay un país que haya apostado por el autogobierno, la solidaridad y la justicia, que no haya puesto la economía al servicio de la sociedad… y que no haya sufrido intentos de golpes de Estado y de descrédito internacional acusando de dictadura a los países que optan por el gobierno del pueblo, por la democracia.
En eso sí llevan razón quienes desde el PSOE prefieren que nos sigamos suicidando antes de tener un ataque de dignidad y que sean otros quienes nos intenten matar. Si España optara por la dignidad, por revelarse contra los mercados tendríamos que prepararnos para importantes ataques porque siempre fue así. Pero desde hace una década América Latina (y hoy, con grandes diferencias, también Islandia) muestran que esos ataques no tienen por qué ser eficaces, que ya hay un tejido internacional para resistir, especialmente cuando esos países que daban lecciones de democracia y prosperidad están más desacreditados y débiles que nunca. La disyuntiva hoy está en que nos intenten agredir por dignos o nos maten por la indignidad de nuestros gobiernos. No se trata de elegir entre la gestión del entreguismo por Rajoy o Rubalcaba sino de escoger entre colaboracionismo y resistencia.
Salvador Allende se anticipó al decir que la Historia es nuestra y la hacen los pueblos. Lo dijo minutos antes de que terminaran de arrebatar al pueblo chileno su Historia. Pero ya avisó de que más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. En esas está una parte del mundo, plantando al Banco Mundial porque hay quien no ha venido a escuchar lecciones desde arriba. La dignidad es posible y la indignidad es suicida. Abramos las grandes alamedas.
http://blogs.tercerainformacion.es/iiirepublica/2011/10/31/la-dignidad-es-posible/
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