Este fin de semana se ha culminado el proceso de elaboración programática del PP por un lado y de Izquierda Unida por el otro. Una ha ocupado portadas, ha abierto telediarios y llenado de temas las tertulias radiofónicas. La otra aparece en el mejor de los casos en un breve de la portada de hoy y en páginas interiores, con una mención de menos de tres segundos en la radio y con la inexistencia en la televisión. En una se hizo una sola propuesta programática: la cadena perpetua para algunos delitos (no se concreta cuáles, así que la precisión sirve para aclararnos que no habrá cadena perpetua para todos los delitos lo cual es de agradecer). En la otra se presentaron cientos de propuestas económicas, democráticas, culturales,… En una la propuesta se elaboró en la cabeza de Federico Trillo y la anunció por sorpresa a los asistentes. En la otra las propuestas vienen de debates participativos y abiertos a no militantes (que en todo el proceso han tenido exactamente la misma participación que los militantes, incluida la asamblea de este fin de semana).
La comparación no es baladí. Cuando no hubo más remedio que reconocer la existencia del movimiento 15M el empeño fue también esconder sus propuestas, que las hay y son mucho más viables que las de quienes proponen radicalizar el modelo que nos trajo a la crisis. Para mantener el turnismo bipartidista es imprescindible mostrar que éste no tiene alternativa. Es lo que intentaba Fernando Vallespín en su doble artículo de septiembre: reconocer que los partidos turnistas son una mierda, pero anunciar que la alternativa es demasiado purista, vive de propuestas etéreas e irrealizables, ajenas a ese realismo con los pies en el suelo que nos está llevando abismo abajo.
Afortunadamente, desde hace más de cuatro años, las encuestas del CIS indican tozudamente que la ciudadanía de izquierdas se informa prioritariamente por Internet. En el último barómetro se indicaba que el 48% de los votantes de Izquierda Unida usaban la red para informarse, muy por encima del resto de formaciones y especialmente del PP, PSOE, CiU. El esfuerzo militante hoy hay que hacerlo en dar a conocer esas propuestas y señalar que hay alternativa, que hay una propuesta de país que queremos seguir construyendo desde abajo. Para ello hace falta calle, hacer actos explicativos en las plazas, repartir propuestas… Y mucha red. Y conseguir que nos escuchen en la calle y en la red también quienes oyen tanto ruido que no consiguen escuchar: la ausencia de propuestas se contrapone con las propuestas pensadas para la mayoría de la sociedad.
En el otro mundo, el que se ocupa de González Pons y de Durán i Lleida prima el ruido sobre la palabra. Como en esos estadios de fútbol en los que al terminar ponen a todo volumen el himno para evitar que se oigan los silbidos y las peticiones de dimisión. Suben el volumen de los gritos para que no se escuche que hay quien propone, quien escucha, quien quiere rebelarse junto con otros distintos, desde abajo.
Este fin de semana se demostró que las propuestas vienen de fuera del turnismo, que la capacidad de la ciudadanía para colarse en el programa está fuera de los partidos del ruido. Este fin de semana se vio que hay sitios donde en vez de ruido y eslogan se da lugar a la palabra, incluida la palabra discrepante y la autocrítica. El ruido ya no puede taparlo.