lunes, 10 de octubre de 2011

Rota cambia escudo antimisiles por empleo precario.


(AP)
León Paneta se estrenó como secretario de defensa de la OTAN, el pasado miércoles, anunciando a bombo y platillo que España se sumaba al escudo antimisiles que  presuntamente tiene como objetivo la defensa occidental ante un posible ataque de Irán o de Corea. Si es que su objetivo real no es, precisamente, el de atacar a Corea o a Irán, con las espaldas cubiertas.
El famoso escudo es una vieja aventura para fomentar la industria armamentística que la Administración Bush se sacó de la manga en el año 2000, recreando la guerra de las galaxias de Ronald Reagan. Los atentados del 11-S y la operación Justicia Duradera contra Afganistán provocaron que este formidable negocio para transnacionales como Lockeed se ralentizara a favor del trasiego de armas convencionales y de todo tipo que las sucesivas ofensivas contra Kabul y Bagdad fueron exigiendo. Sin embargo, Barack Obama relanzó este programa con la instalación de escudos antimisiles terrestres  en Polonia y Chekia o sobre soporte marino en el mar de China.
De entrada, cuando comenzaba la década, José María Aznar ya hizo amago de sumar a nuestro país a dicho proyecto, hasta el punto  de que, en 2001, un joven portavoz socialista llamado José Luis Rodríguez Zapatero, le afeó en su primer debata cara a cara en sede parlamentaria que hubiera anunciado su entrada en vigor en territorio patrio sin pasar siquiera por el Congreso. Ahora, el propio ZP voló raudo a Bruselas, con las Cortes ya prácticamente disueltas, a anunciar públicamente la adopción de una medida de tal envergadura, que viene a confirmar su reciente propensión a imponer reformas laborales por decreto, a incluir en la Constitución la contención del déficit sin referéndum alguno y a hacernos partícipes de un despliegue teóricamente defensivo que incluso aliados occidentales como Rusia consideran hostil.
Zapatero vuelve al redil.
Panetta estaba contento el pasado 5 de octubre.  El presidente español volvía al redil y se entregaba, nunca mejor dicho, con armas y bagajes. Así que agradeció a Zapatero sus esfuerzos por profundizar en la cooperación bilateral entre España y Estados Unidos, ya muy lejos de la valiente retirada de las tropas españolas de Irak que adoptó su primer consejo de ministros en 2004.
Cuatro barcos dotados con el sistema antimisiles Aegis se instalarán en Rota, como una fuerza naval combinada que operará en el Mediterráneo, de común acuerdo con España y otros aliados europeos como Rumanía y Polonia, así como otros países ribereños como Turquía: “Este anuncio –afirmó Panetta en un comunicado—supone una clara señal de que los Estados Unidos continuarán invirtiendo en esta alianza y que estamos comprometidos con nuestras relaciones en materia de Defensa con Europa incluso haciendo frente a los crecientes recortes presupuestarios en nuestro país”.
“Estos barcos también apoyarán los esfuerzos críticos de la OTAN para construir una efectiva defensa antimisiles”, afirma Panetta en relación con la cumbre que dicha organización celebró en Lisboa a finales de 2010 y en donde se adoptó la decisión de dotar a esta organización de un mejor sistema de protección anti misiles.
EPAA.
Todo ello parte de la llamada European Phased Adaptive Approach, que suele traducirse como Enfoque Europeo de Adaptación Gradual. Se trata de una propuesta del presidente Obama, formulada a 17 de septiembre de 2009 que replanteó la defensa contra misiles balísticos en Europa.
“Para decirlo simplemente –afirmó entonces el actual inquilino de la Casa Blanca–, nuestra nueva arquitectura de defensa antimisiles en Europa proporcionará unos sistemas de defensa más fuertes, más inteligentes, y  más rápidos para las fuerzas estadounidenses y los aliados de Estados Unidos. Es más amplio que el programa anterior. Despliega potenciales que ya han demostrado su rentabilidad y se basa en nuestro compromiso de proteger el territorio de los EE.UU. en contra de largo alcance amenazas de misiles balísticos, y que garantiza y refuerza, al mismo tiempo, la protección de todos nuestros aliados de la OTAN “.
Estamos en la primera fase de dicho despliegue, que concluirá de hecho a finales de este año y por la cual ya se han establecido radares terrestres  AN/TPY-2 en Polonia, al tiempo que el sistema Aegis BMD se ha incorporado a barcos como el USS Monterey que, desde la pasada primavera, ya patrulla por el mediterráneo con dichos equipos a bordo. Sin embargo, el acuerdo que alcanzó Bush con el gobierno polaco no se quedaba en un simple radar, sino que consistía en la ubicación de diez unidades de misiles con un alcance de seiscientos kilómetros y una velocidad de cinco kilómetros  medio por segundo. Demasiado lejos de Corea o de Irán, pero muy cerca de Rusia, dicho sea de paso. Así que no extraña que Moscú haya protestado de inmediato por la confirmación de que cuatro buques dotados con el sistema Aegis recalarán en España.
La siguiente fase se prolongará hasta 2015, con la instalación de una versión más avanzada de los interceptores SM-3, desde una base terrestre que ya ha sido localizada en Rumanía, tras una selección conjunta que dicho país llevó a cabo con Estados Unidos durante el pasado mes de mayo. Tres años más tarde, en 2018, se completará la fase 3, con un interceptor de ese mismo tipo que mejorará los ya existentes, desde 2009, en Polonia. Para completar el calendario, se ha fijado la fecha de 2020 para desplegar el SM-3 Block Interceptor IIB, que supuestamente mejorará la capacidad del continente para hacer frente a misiles de medio y largo alcance.
Aunque el grueso de los países europeos ha eludido  situar en su territorio este tipo de defensas, Estados Unidos ha logrado incluso vencer la resistencia de Rusia que había mostrado serias críticas en el pasado pero que en noviembre de 2010 durante una reunión del Consejo OTAN-Rusia (Nato Russia Council) alcanzaron un principio de acuerdo en aras de “explorar oportunidades de cooperación de defensa antimisiles”, incluyendo la puesta a punto de una junta de evaluación de amenaza de misiles balísticos.
Desde Africa al Golfo Pérsico.
¿Quiénes tienen estos misiles balísticos? Al-Qaeda, no: contra el terrorismo yihadista, la opción norteamericana es el Africom, un nuevo comando operativo que actualmente tiene sede oficial en Stugart, en Alemania, pero que contará con una base propia en la zona marroquí de Tan Tan, muy próxima al Sáhara Occidental. El acuerdo firmado esta semana también incluye la cooperación de la base española en tareas de apoyo a este mando africano de Estados Unidos, así como al USS Central Commands, un dispositivo estadounidense que se creó en 1983 y que habitualmente patrulla el Mar Rojo, el Golfo de Omán, el Golfo Pérsico y el Mar de Arabia.
Aunque numerosos países cuentan con misiles de largo y medio alcance, en el actual escenario, se perfila Irán y Corea como los nuevos malos de la película. Sin embargo, cabe preguntarse si ambas naciones tienen capacidad operativa para lanzar sus misiles contra España. En absoluto. Como objetó Vladimir Putin en su día,  ni Irán ni Corea cuentan aún con capacidad para lanzar misiles de un alcance de hasta ocho mil kilómetros ni los va a tener en un futuro previsible, a pesar de sus experimentos nucleares: “También es obvio que un hipotético lanzamiento de un misil de Corea del Norte contra Estados Unidos vía Europa Occidental contradice las leyes de la balística.”, comentaba hace años el líder ruso. Y esas leyes no han variado tampoco con el paso del tiempo.
Sin embargo, nuestro país ha decidido darles asilo en una base española aunque todavía con fuerte dependencia estadounidense. ¿Por qué Estados Unidos no se ha decidido en cambio por la base de Gaeta, en Sicilia, un lugar mucho más próximo a Irán que la Península? Quizá por su proximidad al polvorín libio. Desde el aznarato, existía la tentación de trasladar a Rota buena parte de las actividades de la US Navy en dicha base italiana, pero todo quedo en suspenso cuando se enfriaron las relaciones entre Washington y Madrid a raíz de la derrota electoral del PP en 2004.
Nápoles se convirtió entonces en a nueva sede de las Fuerzas Navales de EE UU en Europa (CINCUSNAVEUR), mientras que Gaeta (Sicilia) mantuvo la VI Flota (COMSIXFLT),  con la presencia permanente del US La Salle y su grupo aeronaval al completo  se había ofrecido en principio a Rota y a Oeiras, en Portugal. Esta última fue descartada por su alto coste y la opción de Rota se rechazó de plano tras el desencuentro entre el ultramontano Bush y el entonces aparentemente pacifista Zapatero.
La presión estadounidense estaba clara. Era un toma y daca. Como España se retiró de Irak, tampoco hubo opción a que, en 2005, se convirtiera en el cuartel general de la estructura estática de la «NATO Response Force» (NRF). Sin embargo, el acuerdo que estaba dispuesto a firmar Aznar iba mucho más lejos, con la derogación del acuerdo que tan sólo permite la presencia de buques de propulsión o carga nuclear en el puerto de Cartagena. El de Rota, dejó de recibirlos desde que en 1979, en plena transición, se logró un acuerdo que impedía la presencia en sus dársenas de los temibles Polaris.

El caramelo de los astilleros
A cambio, Estados Unidos se comprometió verbalmente con Aznar a que los astilleros de San Fernando, en Cádiz, que entonces gestionaba Izar, se convirtiesen en el principal  centro de reparaciones de la Sexta Flota en el Mediterráneo: esto es, la ITV de 60 unidades navales tanto de guerra como civiles. A pesar de dicho fiasco, la base de Rota prosiguió la ampliación de sus atraques y hangares, por lo que todo parece indicar que sigue adelante el plan “Rota Visión 2015”, que supone la inversión de más de 40.000 millones de las antiguas pesetas en dicha base.
Ahora, Estados Unidos ha reconstruido su red de intereses con las últimas mesnadas de Zapatero y quizá haya negociado la incorporación de esos cuatro buques a Rota, a cambio de que sean reparados en los astilleros de la Bahía de Cádiz, como una bomba de oxígeno al fuerte paro que experimenta dicha provincia. En octubre del pasado año, el nuevo embajador de Estados Unidos, Alan D. Solomont visitó las tres factorías navales de la Bahía gaditana, por invitación expresa de Navantia, a fin de recobrar el viejo proyecto de convertirlas en el centro de reparación de la VI Flota.  Acto seguido, el embajador de EEUU ha declarado a los medios de comunicación que, “en un  futuro”, podría haber “más carga de trabajo”. Allí, en la unidad de reparaciones Cádiz-San Fernando ya se han reparado algunos buques estadounidenses, como la fragata ‘USS John L. Hall’ con número F-32 de la US Navy.
Hasta ahora, de lo único que se habla es de que este nuevo refuerzo para la principal base de la Península supondría la creación de 300 puestos directos y 1000 indirectos. El aumento de la dotación estadounidense, que volvería a superar los 10.000 soldados, ya que hoy apenas llega a los 9000, difícilmente crearía semejante expectativa de empleo. Los trabajadores españoles de la base que no han logrado ver reconocidos sus derechos a la negociación por parte de las autoridades españolas, saben en sus propias carnes que se trata de un empleo precario.
Por otra parte, la marina española es dependiente de Estados Unidos en su tecnología militar y de hecho el sistema Aegis ya figura a bordo de varias fragatas de nuestro país. Es más sofisticado, sin embargo, el que se incorpora a estos nuevos cuatro buques que pretenden venir a Rota para quedarse. Estos sistemas se incorporan a barcos construidos en Bath Iron Works, el mayor astillero norteamericano, localizado en Kennebec River Bath, en el estado de Maine. Por lo que no cabe pensar en ningún caso que vayan a trasladar su tecnología a España para construirlos a partir de ahora en las depauperadas factorías navales del sur.
Los buques que llegarán a Rota son destructores y se encuentra previsto que se incorporen a los grupos marítimos permanentes de la OTAN, tanto en ejercicios navales como en visitas a puertos y cooperación en materia de seguridad. En Rota, hay mucha gente que creen que las calles volverán a llenarse de marines como en los años 50 y 60, que se multiplicarán las licencias de taxis y puede, incluso, que las güisquerías. Aquí se piensa en amarrar los perros con longaniza, pero nadie se percata de que el peligro para la población civil de la zona: millones de habitantes que pueblan las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, aumenta más cada año que pasa. Los muertos, por cierto, no trabajan. Pero corren malos tiempos para la lírica.
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