Giuseppe Bottazzi
Viernes 17 de diciembre de 2010. Número 139
- Foto: Massimo_Pallotta.
Berlusconi no se va y Roma se inflama. En la tarde del 14 de diciembre, a través de una simple compraventa de votos, el primer ministro italiano consigue salvar una moción de confianza en el Parlamento: Berlusconi, aunque traicionado por su antiguo aliado (el post-fascista Fini, que quiere quitarle el sillón) y con una mayoría de sólo tres votos puede seguir con su programa de gobierno: recortes sociales, mano dura contra los migrantes y una dramática precarización de la Universidad.
La desilusión estalla en las calles de la capital transalpina, hasta entonces ocupadas por cien mil personas -sobre todo estudiantes – que se manifiestan en contra del ejecutivo. El mercado de los votos en la Cámara de Diputados, la certeza que la “reforma” de la Universidad será aprobada y la supervivencia de un gobierno que apoya el recorte indiscriminado de derechos laborales desatan una rabia profunda. “Vergonzosa. De ninguna otra manera se puede definir la actitud de quien estaba sentado en el Parlamento. Asistimos a la compra venta de los votos, a la farsa del poder” recitaba un comunicado de Uniriot, una de las paginas web más atendida de la protesta estudiantil.
Al mismo tiempo cambia también la actitud de la policía: la defensa de los Palacios de la política se hace agresiva. El choque es inevitable. Roma se parece de repente a Londres y Atenas. La rebelión de los manifestantes, sobre todo estudiantes, muchos, jóvenes de menos de 18 años, arrolla lo que encuentra en su camino. Acaban ardiendo cajeros automáticos, furgonetas de la policias, coches de lujo. "Lo que pasó no es el efecto de una acción de pocos exaltados que han puesto en jaque una manifestación pacifica. Ha sido más bien la protesta de una generación de jovenes indignados que no están más dispuestos a asistir con actitud pasiva a los abusos de una democracia " ha explicado el portavoz de Action, histórico colectivo romano.
El espectro de Génova
Las primeras fotos que aparecen por internet dan miedo. Policías que se ensañan sobre manifestantes al suelo, un militar de la Guardia di Finanza (una especie de policia fiscal que, según las necesidades, se ocupa también de orden público) que en medio de una riña empuña la pistola. E, igual que en Genova, frente a las acusaciones de infiltraciones de la policía entre los manifestantes, el Gobierno reacciona resucitando el fantasma de los “black block”.
Otros comparan las protestas a las de 1977. Sin embargo la rebelión del 14 de diciembre es sobre todo consecuencia del presente y de las políticas que el gobierno italiano, igual que otros ejecutivos europeos, ha impulsado para reaccionar a la crisis financiera: “En esas calles estaba el mundo que vive la miseria del presente, pero sobre todo estaba la riqueza de todos los caminos de lucha que, en los últimos meses, están demostrando que a este presente es posible rebelarse. Desde ayer comprendimos que podemos hacerlo todos juntos y desde hoy seguiremos en este camino” comentaba Uniriot el día después de la rebelión.
Mientras tantos 22 de los 23 manifestantes detenidos durante los enfrentamientos ha sido liberados. "Reprimis y procesáis lo que nunca podréis arrestar: libertad para todas y tod@s”: Esa pancarta les esperaba cuando salieron del juzgado.
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