sábado, 3 de marzo de 2012

3 de marzo de 1976: masacre de los obreros de #Vitoria

A los obreros de Euskadi, 

a los obreros del Estado español: 


Crónica de los acontecimientos de Vitoria redactada por quienes los han vivido

Hoy es 4 de marzo de 1976. A partir de hoy en Euzkadi, no se celebrará tanto el 1 de mayo, sino el 3 de marzo del presente año. La masacre ejercida sobre la clase obrera vitoriana será algo a recordar en todas nuestras luchas actuales y futuras. 


Hoy 4 de marzo de 1976 mientras todavía suenan a las seis de la tarde los estallidos esporádicos de las granadas de gas y de las metralletas por las calles, mientras todavía se siguen levantando pequeñas barricadas en nuestros barrios, queremos poner de manifiesto y extender por todos los lugares de Euzkadi y de todo el Estado español la lucha que hemos protagonizado y la represión patronal-estatal ejercida sobre nosotros. 

En el transcurso de estos 60 días de huelga en distintas empresas, los obreros de Forjas Alavesas, MEVOSA, Gabilondo, Cablenor, Aranzábal, Apellániz y los demás obreros de Vitoria, hemos ido planteando inicialmente nuestras reivindicaciones a la patronal. 

Más de 60.000 obreros llevamos dos meses en paro, en defensa de nuestras reivindicaciones y en este tiempo, hemos ido viendo las sucias maniobras de la patronal por dividirnos, por integrarnos dentro de sus argumentaciones y sus cauces legales, por confundirnos con sus artimañas y mentiras y, por último, para soltar contra nosotros a todo un arsenal represivo en forma de grises, guardias civiles, bombas lacrimógenas, balas de goma, etc., etc. 

Nosotros simplemente hemos venido realizando asambleas diarias en las que hemos participado todos los trabajadores en paro y gran parte de nuestras mujeres y familiares, eligiendo en ellas a los compañeros encargados de transmitir nuestras reivindicaciones y exigencias a la patronal y en las que hemos venido discutiendo paso a paso y día a día los pasos a dar en las acciones a realizar. Allí hemos decidido todo y allí hemos ido tomando nuestras decisiones y, de paso, comprendiendo cómo la maniobra de nuestros patronos enlazaba directamente con la posturas del vertical, del gobernador, de los grises, y de todos sus esbirros. 

Por todo esto, por la lucha desarrollada de esta forma, por el nivel de conciencia y organización alcanzado, es por lo que actualmente estamos en esta situación y por lo que nos han ametrallado y matado. Lo de ayer no tiene explicación si no es tras una comprensión de nuestra lucha y de la postura adoptada por nosotros y por la patronal y su gobierno a lo largo de todos estos 60 días de paro. 

Tras todo esto, ayer, día 3 de marzo, fue convocada por los obreros en paro una huelga general a nivel de todo Vitoria. La convocatoria ha sido una exigencia de la lucha desarrollada durante estos 60 días y se ha ido imponiendo con la realización de asambleas masivas en todos los barrios de Vitoria. No han sido las organizaciones las que han convocado sino nosotros en nuestras asambleas somos los que las hemos impuesto. 

Ayer día 3 de marzo, desde primeras horas de la mañana todos los obreros de Vitoria paramos como un solo hombre. Entre 50.000 y 60.000 trabajadores decidimos parar en apoyo a los huelguistas y en defensa de nuestras reivindicaciones. Los piquetes que recorrían bares, comercios y pequeños talleres y obras, convencieron e impusieron el paro en toda Vitoria. Poco a poco se van formando las manifestaciones y en Adurza, Generalísimo y Zaramaga los manifestantes son 10.000, 15.000 y 6.000 respectivamente. Las barricadas, las manifestaciones y las cargas y palizas son la constante de toda la mañana y ya entonces hay varios heridos graves. 

A las 5 de la tarde, es convocada una asamblea masiva en la iglesia de San Francisco en Zaramaga. Más de 5.000 personas consiguen entrar dentro mientras que un número superior se quedan fuera, sin entrar, junto con las comisiones elegidas en asamblea que no consiguen pasar. En la iglesia apenas se consigue celebrar la asamblea, pues comienzan a oírse los disparos de las bombas lacrimógenas y alguna que otra ráfaga de metralleta. Comienzan los grises a romper los cristales de las puertas y a lanzar las granadas lacrimógenas, bolas de goma, bolas de acero, etc., por los huecos. Mientras tanto, los que aguardan fuera intentan impedir el ataque a los que permanecen dentro de la iglesia. Prosiguen los disparos y en la iglesia los 5.000 obreros permanecen tumbados en el suelo. Muchas personas están con los ojos en blanco, se cuentan más de 100 intoxicados, algunos sufren ataques de histeria, otros arrojan espuma por la nariz y la boca,... Con 5 ó 10 granadas más los muertos por asfixia podían haber sido más de 100. La iglesia estaba totalmente saturada de gases. 

El primer obrero que sale de la iglesia recibe un balazo en la cabeza que se la atraviesa. Otro la recibe en la garganta. Más de cuarenta de los de dentro resultan heridos de bala. 

A la salida espera un pasillo de grises que golpea sin piedad a todos los que salen. Los heridos e intoxicados son los más castigados pues no pueden correr ni hacer nada. Al que intenta escapar se le dispara ráfagas de metralleta. Desde un jeep salta en marcha un gris que dispara una ráfaga larga contra los que estaban fuera. Las ambulancias que comienzan a llegar son cortadas por los jeeps que les golpean en las ruedas e impiden su paso y su atención a los heridos que están tumbados en el suelo de la calle y en la salida de la iglesia. 

La masacre se ha realizado y ha sido consciente. Las órdenes eran órdenes, y éstas eran de machacar, de matar. Los que estaban dentro de la iglesia, han podido perecer intoxicados y después han sido ametrallados a la salida junto con más de 5.000 que esperaban fuera. 

La dispersión es total, pero las carreras y las manifestaciones prosiguen. A las 8 y media de la tarde a un inspector le explota una granada en la mano cuando la iba a lanzar contra los manifestantes. A las 9 y media sólo quedan en la calle los que acuden a las farmacias en busca de medicamentos y quienes corren a los hospitales y clínicas preguntando por familiares y conocidos heridos. Vitoria es un desierto y la rabia pasa de la calle a las casas de los huelguistas y manifestantes. 

Por la noche, a la madrugada, comienzan las detenciones de los miembros de las comisiones elegidas en Asamblea y de otros luchadores. 

Hoy, ya cuatro de marzo, el paro es total y absoluto en toda Vitoria. Bares, comercios, colegios, pequeños talleres y fábricas están en completo paro. Por la calle quedan los cinco mil policías y guardia civiles y sociales patrullando, controlando, deteniendo, golpeando, dispersando a todo el mundo. Se siguen levantando pequeñas barricadas en los barrios, pero las calles están fundamentalmente desiertas y los grises patrullan de un lado a otro. Los transeúntes son obligados a punta de metralleta a quitar y desmontar las barricadas que se forman. Los grises disparan ráfagas de metralleta a las ventanas desde las que se les abuchea, o desde las que simplemente se mira. 

En los accesos a Vitoria hay controles de más de 50 guardias civiles armados con metralletas que impiden el paso a cualquier vehículo. 
A las diez de la mañana hay otro muerto más por bala de metralleta. Ya llevamos 3 y esta noche pueden aumentar. Mientras tanto los autobuses y helicópteros patrullan y vigilan toda la ciudad mientras las barricadas continúan. 

A la hora de hacer esta información sabemos ya del paro de 45.000 obreros en Vizcaya. En Vitoria llevamos ya 60 días en huelga y la masacre a la que nos han sometido hemos intentado exponerla. Sin embargo, estamos dispuestos a seguir adelante en defensa de nuestras reivindicaciones y contra la patronal y su gobierno y policía, que son todo uno. 

Sin embargo, sabemos que nuestra lucha, la lucha de todos los obreros de Euzkadi y de todo el Estado español, es una única lucha contra el capital y su gobierno, contra la patronal y sus medios represivos. Sabemos que nuestros muertos no pueden tener mejor funeral que la lucha activa de todo el proletariado y de todo el estado en defensa de sus reivindicaciones y contra la intransigencia patronal y de su gobierno y sus instrumentos represivos. La huelga general es la mejor respuesta a nuestros compañeros caídos como medio necesario para proseguir con nuestras reivindicaciones y como muestra consciente de que las fuerzas represivas están al servicio de la patronal que nos oprime y asimismo muestra de la unión de todos los obreros frente a un enemigo común: los patronos, su gobierno y sus fuerzas represivas. 

¡Viva la clase obrera! 
¡Solidaridad con Vitoria! 
¡Hacia la huelga general!


Comité Nacional de Euskadi. PCE(r)

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