Parece que está hecho. El expresidente del CGPJ, Carlos Dívar, no sólo se ha ido de rositas, no sólo no devuelve el dinero público gastado en sus fines de semana caribeños, no sólo dice haber cumplido con su obligación; además pide que se le paguen 208.000 euros de indemnización. Una especie de jubilación prevista –algo que tendría que eliminarse, para evitar uno de tantos privilegios— para los consejeros que se marchan. Y éste no es el caso, a este se le obliga a irse.
Aunque hubiera un agujero legal que le permitiera pedir dicha indemnización, si tuviera el mínimo de vergüenza no se le ocurriría hacerlo. Pero claro, de un tipo que después de gastarse en cenas y alojamientos, para él y su pareja, dinero público y en vez de reconocerlo, dice tener la conciencia tranquila, se puede esperar cualquier cosa. Debe tener una conciencia difusa, cambiada, equivocada y sobre todo debe ser una conciencia, al igual que él, inconsciente y con mucha caspa y llena de agujeros, por donde pierde la vergüenza.
Pues ahí le tenemos, pidiendo privilegios cuando debería ser juzgado por utilización indebida de dinero público. Y es que estamos en el país donde ser más jeta, más caradura, más “echao p’alante” que los demás es una virtud. Un país donde se premia y se dignifica a quien defrauda y se fríe a impuestos a quienes lo pagan. Un país donde muchos jueces juegan a hacer política, sin que nadie se atreva a juzgarlos, salvo que se llame Garzón.
No voy a tirar la toalla, pero ya me dirán ustedes si no es para rendirse, cuando se ve lo que se ve. Total, que a este tipo indecente esta semana, le quieren aprobar una indemnización por corrupto, una indemnización que supone más de 8060 euros al mes. O sea, para hacer más rico a este juerguista que ve normal ir de viaje personal a cuenta del Estado, y pegarse comilonas y estancias en restaurantes y hoteles de primera magnitud, se saca del erario público una cantidad equivalente a 13 salarios mínimos durante dos años. Una bagatela, que seguramente le parecerá poco a este prócer capaz de estar disponible –así lo manifestó— para regir la Justicia de este país, veinticuatro horas al día, eso sí, preferiblemente en Marbella, acompañado de su pareja del alma y pagado por todos nosotros.
Hay que intentar presionar a los jueces que van a votar esta decisión. Para que sepan de nuestra oposición a esta fechoría. Si lo tenéis a bien podéis firmar aquí. Ya somos más de 4000 los que hemos firmado. Esperemos que sea presión suficiente para que echar por tierra esta vergonzosa decisión.
Salud y República
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