martes, 7 de agosto de 2012

Gallardón, ¿un carca o un ambicioso?


Hubo quien se sorprendió cuando el “progre” Gallardón se quitó la careta y la primera manifestación que hizo al llegar al sillón ministerial fue la de cargarse la ley del aborto y volver a una ley de supuestos, en vez de la de plazos. O sea, regresar treinta años atrás.
Hoy, en su periódico favorito, en la sin-Razón, en una entrevista, Gallardón vuelve a la carga y repite que no se puede seguir con esta ley. Que hay que defender al ‘concebido’. Por lo que quitará el supuesto de interrupción del embarazo si el feto cuenta con alguna malformación o minusvalía.
Gallardón ataca la ley del aborto y prescinde de la decisión de la mujer. Para él, la decisión queda al margen de la mujer embarazada y son otros –los médicos— los que tendrán que decidir, en base a su ley, si una mujer puede abortar o no. Es una conculcación de un derecho fundamental. El derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo queda sometido a una autorización médica.
Este ‘progre’ de pacotilla, además, pretende que nazcan niños con malformaciones o minusvalías. Curioso ver cómo se preocupa de los futuros niños minusválidos un miembro de un gobierno que se está cargando la ley de dependencia, y que está suprimiendo todas las ayudas a los dependientes, incluidos los niños.
Sin duda esta ley provocará, como ocurría con la primera ley del aborto, una inseguridad jurídica y un aumento de abortos ilegales con las consiguientes consecuencias. Las mujeres de familias acomodadas volverán a viajar a otros países para abortar, mientras que las que no se lo puedan permitir, lo tendrán que hacer en condiciones difíciles o simplemente aguantarse y no abortar, en contra de su deseo.
El Sr. Gallardón debería explicar cómo se pretende ayudar a las madres que tengan hijos con malformaciones o minusvalías, puesto que no podrán interrumpir su embarazo. Lo que pretenden es que sólo aborten quienes se lo puedan permitir y viajen a otros países. Las otras mujeres deberán padecer el resto de su vida una situación no querida y a la que el Estado no tiene previsto ayudar.
Gallardón carca o progre
Este ministro, en otrora alcalde exterminador de Madrid –hay que recordar que dejó Madrid como la ciudad europea más endeudada—, está pretendiendo congraciarse con los carcas de su partido, que todavía le llaman “el socialista”, y con la Iglesia, que vería mejor esta ley que la actual.
Hay quien dice –y así lo creo yo— que está tratando de colocarse mejor en su partido, a la espera de que Rajoy, quemado políticamente, abandone y él pueda aspirar a ser presidente del gobierno. Para ello necesita el apoyo de su partido y él sabe que los ultras, los hooligans peperos no le quieren bien y tiene que actuar para buscar su apoyo.
Un tipo peligroso como ninguno. Capaz de vender a quien sea con tal de obtener poder. Ahora está jugando a ganarse a la caterva ultra de su partido y de los medios de comunicación cavernícolas, con el fin de encontrar esos apoyos que le faltan. De ahí su afán de saltar a la política estatal. Su Madrid, arruinado, se le quedaba pequeño y él necesitaba estar más cerca de las estrellas.
Nunca le ha importado quitarse o ponerse la máscara de facha o de progre, de acuerdo con su guión, cuyo objetivo es trepar a lo más alto. Y para ello está dispuesto a todo. Hoy es el aborto, mañana puede ser cualquier cosa que le dé puntos para su objetivo final: la presidencia del gobierno. Ya lo verán.
El aborto es un tema muy serio y no se puede jugar con él por un plato de lentejas. Hay que luchar contra este insensato y esos ultras que quieren imponer a las mujeres un criterio fundamentalista.
Salud y República

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