martes, 10 de abril de 2012

Reinosa (Cantabria): 25 años de la "Primavera del 87"



Información tomada de ENFOCANT:
http://www.enfocant.info

En la primavera de 1987 las calles de Reinosa reventaron de indignación ante una reconversión industrial que amenazaba con el despido de casi 500 trabajadores de la empresa “Forjas y Aceros de Reinosa”, conocida popularmente como "La Naval". La población se unió ante una medida que amenazaba la supervivencia del pueblo y su comarca.

La desmedida represión que llevó a cabo la Guardia Civil provocó la muerte de un trabajador, Gonzalo Ruiz, decenas de heridos y el principio del fin para Reinosa.

Contra el olvido: Campoo 25 años después

"Es mejor no recordar el suceso de 1987", declaraba en una entrevista Daniel Mediavilla, alcalde de Reinosa por el PSOE en la "Primavera del 87". Su actuación y su carácter de cara visible de un Gobierno que se llevaba por delante el futuro de una comarca le costó el cargo entonces, aunque lo recuperaría en 1992. Sin embargo, para otros protagonistas de la historia, trabajadores y trabajadoras, vecinos y vecinas, el recuerdo de aquella primavera debe seguir vivo, hoy más que nunca.

Cosa bien diferente es que, tras los golpes recibidos, de la lucha vecinal a la ejecución de la reconversión, pasando por la muerte de un trabajador y compañero, Gonzalo Ruiz, el pueblo quiera hablar de los sucesos o le cueste creer en su capacidad de incidencia ante un poder que ya una vez se mostró radicalmente sordo a sus demandas.

La sordera instuttucional se extiende al presente. Súmense a la falta de diversificación de la economía de la zona, la amenaza de un planteamiento irracional, de capitalismo 'verde', del desarrollo eólico y el peligro del fracking, una agresiva técnica de extracción de hidrocarburos que podría afectar los acuíferos de una zona destacada por su valor natural. Reinosa, Campoo, el sur de Cantabria ha pagado y sigue pagando un fuerte peaje por el olvido, sobre todo el de las instituciones.

Un libro para preservar la memoria

reinosamiedoGutiérrez vivio en primera persona los hechos y, después, colaboró en la elaboración del libro "Reinosa contra el miedo" (1988, Editorial Revolución), en el que se recogen datos y testimonios de aquellos duros meses de lucha. El objetivo del trabajo fue ofrecer información veraz que entonces no apareció en los medios, y velar por la memoria de los hechos, el recuerdo de la lucha y la barbarie vivida por los y las campurrianas.

En la contraportada del mismo, un testimonio anónimo sentencia que "no se olviden los que juegan al tan codiciado Poder que los silenciosos gritos de justicia se oirán cada vez más; que aquí queda la historia triste de un pueblo que un día fue invadido pero nunca aplastado" y, continúa, "los hombres, las mujeres y los niños no lo olvidarán nunca y que quienes no vivieron esto se enteren de lo sucedido en Reinosa para no juzgar a lo ligero".

n aquellos días de 1987, explica Gutiérrez, "la gente descubrió la brutalidad de un sistema que se metió a saco contra un pueblo que no había hecho nada más que defender sus puestos de trabajo". Reinosa perdió la inocencia. Y quién sabe cuánta ilusión.

La combatividad de antaño

En CUNOSA retuvieron el 26 de marzo a tres directivos, en FYESA las acciones de presión fueron también contundentes. En Santander, coleaba el caso de Astilleros del Atlántico. En aquella primavera, 20.000 trabajadores acudieron a Santander a manifestarse contra el desmantelamiento industrial de Cantabria y en solidaridad con Reinosa, FYESA y CUNOSA. Dicen que no se había conocido una manifestación obrera tan numerosa y combativa en la ciudad. El panorama actual parece menos halagüeño a este respecto.

Según el informe de CCOO, en el resto de los negocios que sustentan la economía de la comarca campurriana, la situación es idéntica a la que se está dando en La Naval, un panorama “desolador e incierto”. Para este sindicato, “sólo desde la responsabilidad política y desde la toma de decisiones encaminadas a diversificar y potenciar el tejido productivo, se podrá invertir la situación actual de Campóo”. Aunque hubo una serie de proyectos aprobados dentro del Plan Integral para la comarca, estos no se desarrollaron entre 2008 y 2011, y Campóo sigue muriendo.

En esta primavera de 2012, igual que entonces, la economía campurriana, un 60% de la misma, sigue pendiendo del destino de una sola empresa, "La Naval".

"Las acciones de solidaridad y compañerismo de aquel entonces tienen un valor innegable"

Entrevistas
Escrito por Patricia Manrique

Miguel Ángel Tejerina fue uno de los trabajadores expedientados y, posteriormente, despedidos, tras 18 años trabajando en La Naval. Vivió los hechos en primera línea, y su actitud fue combativa de principio a fin. Junto con otras personas, participó en la difusión de la lucha campurriana en otros puntos del Estado. Hoy trabaja de taxista en Santander, y considera que la primavera del 87 no debe quedar en el olvido.

ENFOCANT¿Dónde estabas en el 87?

TEJERINA: En 1987, yo tenía 34 años. Llevaba casi 18 años trabajando en La Naval. Entré allí en la Escuela de aprendices, una escuela de formación profesional [de la propia empresa], y cuando terminé la oficialía pasé a formar parte, en 1969, de la plantilla de Forjas y Aceros -conocida como la Naval-. Ya en 1986, hubo hechos bastante relevantes, porque se anunciaron las primeras medidas por parte de la empresa de reducir la plantilla, que entonces era de unos 1700 trabajadores y anunciaron la intención de reducirla a 1200. Entonces ya hubo enfrentamientos, conflictos, huelgas... Pero cuando más se recrudecieron fue en la primavera del 87, por la negativa de la empresa al diálogo y por la confirmación de que ellos planteaban la rescisión del contrato de trabajo a quinientos y pico trabajadores. Algunos iban a ir a la calle mediante alguna prejubilación, otros terminaciones y el resto, despidos puros y duros. A partir de ahí comenzaron las movilizaciones más importantes, con el resultado que todo el mundo conoce, y el fallecimiento de un trabajador de La Naval y la cantidad de compañeros de La Naval y de las otras empresas que se sumaron a las movilizaciones de Reinosa.

ENFOCANT: ¿Se hicieron promesas?

TEJERINA: Sí, había incluso el compromiso por parte de la empresa de recolocación de los trabajadores una vez enderezado el rumbo de la situación. Hubo una especie de compromiso que, como se comprobó más tarde, nunca se llegó a cumplir, de readmitir a todos los trabajadores despedidos si las circunstancias se volvían favorables. No solamente no se volvieron favorables, sino que lo que era La Naval, a día de hoy, sigue despidiendo a trabajadores.

ENFOCANT: ¿Por qué se retuvo a Antolín, el director? ¿Qué representaba su figura?

TEJERINA: Antolín era entonces el director, y en aquel momento pasaba a ser Consejero de Industria del recientemente elegido Gobierno Vasco. El día que se le retuvo en el búnker de la Naval, la condición era que se paralizara el expediente, cosa que la empresa no cumplió, sino que mandó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a liberar a Antolín. Por la mañana hubo disturbios importantes, liberaron a Antolín, se lo llevaron en helicóptero a Ajuria Enea y, al mediodía, fue cuando varios guardias civiles fueron retenidos por parte de la población de Reinosa. Después vendría la venganza de la Guardia Civil, mandaron más efectivos, mejor pertrechados.

ENFOCANT: Llama la atención que todo el pueblo se volcara ¿había una estructura previa?

TEJERINA: Para nada. Lo que hubo fue mucha solidaridad. El pueblo de Reinosa fue consciente desde el primer momento de la gravedad de las medidas que se estaban decidiendo. La Naval era la columna vertebral del tejido productivo de Reinosa porque era una empresa de cerca de 2000 trabajadores en una población de unos 13.000 habitantes, pero además había más empresas, como CENEMESA, Farga Casanova y empresas de Mataporquera como Ferronor, y el expediente de Forjas y Aceros sensibilizó a toda la clase trabajadora, no sólo de Reinosa, sino también de su comarca. Todo el mundo era muy sensible a lo que allí podía ocurrir. Ese fue el factor desencadenante de ese amplio respaldo popular y ciudadano, incluyendo el pequeño comercio.

ENFOCANT: Después de un durísimo 12 de marzo, ¿se generan estructuras en las que se organiza la ciudadanía?

TEJERINA: Se dinamizó mucho la vida social en el pueblo. Se constituyeron colectivos ciudadanos, de mujeres, colectivos de estudiantes, asambleas de barrio... En fin, creo que aquella protesta sirvió un poco para dinamizar la vida política y social de Reinosa y la comarca. Eran unos hechos que estaban tan en la mente de todo el mundo que se sumó mucha gente, no sólo los sindicatos. Hubo incluso mucha solidaridad desde afuera, hasta entonces impensable en una comarca como la campurriana. Bajo mi punto de vista personal, nunca la comarca tuvo antes ni después un nivel tal de actividad social y política, ni tal nivel de efervescencia.

ENFOCANT: ¿Alguna anécdota que quieras destacar?

TEJERINA: Allí acontecieron cantidad de vivencias muy intensas, y con la conversación se vienen a la memoria cantidad de anécdotas y cantidad de amigos que incluso sin trabajar allí se solidarizaron, y cantidad de gente que dejó de ir a sus trabajos. Recuerdo un amigo de CCOO y militante del PCE que perdió su trabajo. Trabajaba entonces en la Electra de Viesgo y, en solidaridad con los obreros de La Naval, apagó el suministro eléctrico a toda la comarca de Campóo. La empresa lo despidió. Le llevaron preso el mismo día que hirieron a Gonzalo, aquel Jueves Santo del 87.

ENFOCANT: Reinosa se dinamiza y se entrega pero, cuando todo esto acaba como acaba, con la reconversión, ¿qué efecto tiene en el sentir colectivo?

TEJERINA: Se produce un proceso. Se plantea la situación, la población no puede atajarlo con sus medidas de protesta, y 500 obreros se van a la calle y, claro, se produce un estado de desánimo pero, a la vez, se plantea un interrogante y el proceso sirve para aprender a organizarse, y aunque la cosa al final no saliera bien, sí cambio la mentalidad del pueblo y la comarca, sobre todo en lo relativo a la opinión que la gente pudiera tener en relación a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Mucha gente, que antes eran ardientes defensores de los mismos, cambiaron de opinión. Al año siguiente, hubo movilizaciones en Mataporquera y la Guardia Civil no apareció por allí, desde mi punto de vista porque palparon la hostilidad manifiesta que había en la comarca.

ENFOCANT: 25 años después, ¿qué consecuencias del proceso destacarías?

TEJERINA: Yo creo que, en general, la comarca y Reinosa, pero en general, los pueblos del Estado se han ido empobreciendo. Viendo el pasado, y viendo el presenta -Teka, Haulotte, B3cable...- es un poco más de lo mismo: meternos en un sistema en el cual cada vez va sobrando más gente. La estrategia de las empresas y del sistema es "cada vez más con menos" y los obreros van dejando de ser necesarios en un sistema que nunca tiene bastante con nada y sigue reestructurándose. El presente es un poco más de lo mismo: vemos como hay una clase, la trabajadora, que se está viendo paulatinamente desposeída de sus derechos, y la reciente reforma laboral aprobada por el Gobierno corrobora esta línea de actuación. Lo que se plantea ya es la misma supervivencia de la clase trabajadora como clase. El Estado está dejando desértico el tejido productivo, no sólo el industrial, sino la pesca, la ganadería, la agricultura...

ENFOCANT: Saliera bien o saliera mal, el pueblo de Reinosa se puso en pie. ¿Qué destacarías positivamente?

TEJERINA: Toda la lucha en sí misma fue positiva, y todas las acciones de solidaridad y de compañerismo que en aquel entonces sacudieron la comarca tiene un valor innegable. Se cambió la dinámica de la gente, porque era un pueblo bastante tranquilo y aburguesado en sus costumbres, y lo que allí ocurrió en el año que duraron las movilizaciones desencadenó otra forma de hacer las cosas. La enseñanza desde fue positiva, aunque me acuerdo mucho de la persona que murió, Gonzalo Ruiz, con quien me unía una amistad desde la infancia.

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